Francisca Pageo
En la ciudad líquida, Marta Rebón (Caballo de Troya)
She looks into me, Nuno Moreira (Autoeditado)
Las órdenes, Pilar Adón (La Bella Varsovia)
Las afinidades electivas, Goethe (Penguin Clásicos)
María Fernández (Ediciones Asimétricas)
Breviario de Ronchamp, Josep Quetglas
El arte y el resto, Manuel Saiz
Colección SDVIG, Cristian Cámara Outes
Almudena Amador y Francisco Benedito (Librería Ramón Llull)
Amor Fou, Marta Sanz (Anagrama)
Honrarás a tu padre y a tu madre, Cristina Fallarás (Anagrama)
Crímenes del futuro, Juan Soto Ivars (Candaya)
Desaparecer de sí, David Le Breton (Siruela)
Cabos sueltos, Rafa Camarasa (Ediciones Contrabando, Colección. Marte)
Walden, Henry David Thoreau (Errata Naturae)
Diego Luis Sanromán (escritor y traductor)
Organismos. Relatos sobre otredad, biopolítica y materia extraordinaria, VV. AA., HAL 9000 Editor, 2018.
Gran Hotel Abismo: biografía coral de la Escuela de Frankfurt, Stuart Jeffries, Turner, 2018. Traducción de José Adrián Vitier.
The Last Days of New Paris, China Miéville, Picador, 2017.
Persona, Ingmar Bergman, Nórdica, 2018. Traducción de Carmen Montes.
Roland Topor ou le rire étranglé, Buchet/Chastel, 2007.
Laura Soriano y Roberto Martín (Sebastian Melmoth / Uke)
Ceremonia del adiós, Simone de Beauvoir (Edhasa)
El demonio te coma las orejas (1997-2008), David González (Canalla Ediciones)
Mensajes de texto y otros mensajes, Ape Rotoma (Renacimiento)
Cartas a Gala, Paul Éluard (Tusquets)
Natalia Litvinova (poeta, editora de Llantén y traductora)
El descenso de Jackeline du Pré y otros poemas, María Malusardi (Ediciones en Danza)
Shunga, Martín Sancia Kawamichi (Evaristo editorial)
Für Alina, Javier Galarza (Ediciones en Danza)
Poesía Reunida. Teresa Wilms Montt (Alquimia Ediciones)
Dara Scully
Casandra y el lobo, Margarita Karapanou (Ardicia)
Tragar mercurio, Wioletta Greg (Rata Books)
Las madres negras, Patricia Esteban Erlés (Galaxia Gutenberg)
Primavera sombría, Unica Zürn (Siruela)
Luci Romero (Librería Bartleby, poeta)
GB84, David Peace (Hoja de lata)
La mujer singular y la ciudad, Vivian Gornick (Sexto Piso)
Las órdenes, Pilar Adón (Bella Varsovia)
Y llovieron pájaros, Jocelyn Saucier (Minúscula)
Dani Osca (Sajalín)
Los golpes, de Jean Meckert (Las afueras). Trad. de Javier Bassas
Red Riding Quartet, (1974, 1977, 1980, 1983) de David Peace (Alba). Traducciones de Manu Berástegui y Catalina Martínez
Furtivos, de Tom Franklin (Dirty Works). Trad. de Javier Lucini
Maleza, de Daniel Ruiz (Tusquets)
Oficio, de Serguéi Dovlátov (Fulgencio Pimentel). Trad. de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea
1280 almas, de Jim Thompson (Libros del Zorro Rojo). Trad. de Antonio Prometeo Moya e ilustraciones de Jordi Bernet
De los nuestros:
Un pueblo de Oklahoma de George Milburn. Trad. de Ana Crespo
El declive, de Osamu Dazai. Trad. de Marina Bornas
Elisabet Riera (Wunderkammer)
Luces del Grial, Victoria Cirlot (Alpha Decay)
Memorias de allá abajo, Leonora Carrington (Alpha Decay)
Vida amorosa de Charles Baudelaire, Camille Mauclair (Wunderkammer). Nuestra última novedad, un homenaje al autor de Las flores del mal, poeta cuya sombra sobrevuela gran parte de nuestro catálogo.
Miguel Fuentes (Librería Cosecha Roja)
Panamá Al Brown, de Eduardo Arroyo (Forcola Ediciones) Una nueva edición de este clásico del boxeo.
La ley de Carter , de Ted Lewis (Sajalin) Tan buena como «Carter», su sucesora.
Por ley superior, de Giorgio Fontana (Libros del Asteroide) En la línea del mejor Sciascia.
El peor de los tiempos, de Alexis Ravelo (Alreves) Un homenaje a los clásicos del género negro.
Un libro de mártires americanos, de Joyce Carol Oates (Alfaguara) La Oates de siempre, maravillosa.
Javier Lucini (Dirty Works)
El Día del Libro, Sant Jordi, no es Sant Jordi, es el dragón. Y para combatir al dragón, envuelto en sus fajas inenarrables, para importunarle, para tocarle un poco la moral, se me ocurren unas cuantas moscas cojoneras, porque aunque al final sea intentar matar dinosaurios con tirachinas, como en aquella novela de Pedro Maestre que ganó el Premio Nadal en 1996 (y de la que ya nadie se acuerda), divierte ver cómo los abusones se rascan las picaduras. Hotel Madrepatria, de Yusuf Atilgan, en Gallo Nero, porque me gustan las novelas que transcurren en hoteles y esta es ya para siempre una de mis preferidas. Dos buscadores, la correspondencia de Sam Shepard y Johnny Dark, en Editores Argentinos, porque la vida sin Sam Shepard es triste y oscura (vale, de acuerdo, también el de Anagrama, Yo por dentro, otra joya, con prólogo de Patti Smith). Aberración estelar, de Gilbert Sorrentino, en Underwood, que aún no he leído ni ha salido, pero ya me gusta, como todo lo que se saca Underwood de la manga. Vuelo a Canadá, de Ishmael Reed, en La Fuga, porque Ishmael Reed es un viejo amigo cuyos «trapos sucios» ya tuve el honor de traducir en su día, cuando la BAAM militaba en La Oficina, porque ahora lo traduce Inga Pellisa y porque la Fuga es siempre la risa. Dalva, de Jim Harrison, en Errata naturae, porque Jim Harrison es Jim Harrison y pensé que ya lo habíamos perdido (gracias Rubén, gracias Irene, por recuperarlo). Y, por último, Mary Carr, El club de los mentirosos, de Periférica & Errata naturae, porque hay un momento en que Mary Carr cita a Harry Crews y a Harry Crews se le tiene mucha fe en esta casa.
Óscar Brox
Oficio, de Serguéi Dovlátov (Fulgencio Pimentel)
Lo que vio la criada, de Yasutaka Tsutsui (Atalanta)
La ópera flotante/ El final del camino, de John Barth (Sexto piso)
Vidorra, de Jean-Pierre Martinet (Underwood)
Ricardo López Fernández (Armaenia Editorial)
El zar del amor y el tecno, de Anthony Marra (Armaenia, 2017)
Este impactante y exquisito tour de force, a medio camino entre novela coral y colección de relatos, se extiende a través de un siglo, un continente y un reparto de personajes extraordinarios cuyas vidas se entrecruzan de manera en ocasiones cómica y desgarradora. Con una prosa deslumbrante, un finísimo sentido del humor, ricos retratos de personajes y un sentido de la Historia que encuentra ecos en el presente, El zar del amor y el tecno es una obra cautivadora de uno de los mejores nuevos talentos americanos.
Jacob, Jacob, de Valérie Zenatti (Armaenia, 2017)
Jacob es un muchacho judío, dulce y alegre, en la Argelia colonial francesa de los años cuarenta. Culto y sensible en un mundo de hombres duros, coléricos e ignorantes, es reclutado en junio de 1944 para liberar a Francia. Su familia, gente modesta, pobre y tosca aguarda con impaciencia el regreso de su hijo pródigo, su orgullo. Pero ignoran que pronto los acontecimientos históricos se precipitarán, provocando el destierro de toda la familia. El estilo luminoso de Valérie Zenatti, su vitalidad y la empatía que muestra con sus personajes le confieren especial densidad y fuerza a la novela y la harían merecedora del Prix du Livre Inter 2015.
Marcas en la pared, de Alastair Bruce (Armaenia, 2018)
En un mundo sumergido casi por completo por el mar, un hombre llamado Bran lleva los últimos diez años viviendo en una isla desierta. Fue exiliado allí por aquellos a los que antaño lideraba y marca cada día que pasa en la pared de su cueva, esperando el final. Entonces, ocurre algo que despierta en Bran unos recuerdos y una nostalgia que fuerzan su regreso, aunque eso conlleve su ejecución. Marcas en la pared es una novela profundamente conmovedora sobre la culpa, la pérdida y la memoria, narrada con una prosa desapasionada de gran elegancia.
Rafa Rodríguez Gimeno (Verlanga)
Juegos de la edad tardía, de Luis Landero (Tusquets). Ejemplifica a la perfección el disfrute literario, la fiesta que en que puede convertirse la lectura de un libro. La historia, los personajes, el desarrollo y la estructura de la trama y, por encima de todo, lo bien escrito que está. Landero parece haberse comido varios diccionarios y su digestión es esta celebración del lenguaje, de las palabras. El afán y la impostura como motores vitales elevados a la quinta potencia. Los lados cómicos y miserable de la vida yéndose de cañas. No lo he releído nunca, es mi jubilación dorada.
Guillermo Arazo (Comunicador cultural)
Con La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot Díaz es todo tan fokin genial que da hasta un poco de pudor pasar páginas. Uno quiere quedarse atrapado entre los bros y la pana de este gordo nerd e imperdonablemente virgen y su desquiciada carrera en busca del amor, de una jeva (que quite el sentido) de la que enamorarse. Junot golpea los estereotipos Dominicano Vs. Gringo con una jerga muy natural y un excelente juego de piernas. Oscar Wao es el Oscar Wilde del Spanglish. Así en mayúsculas. ¡Oooh Yass! Junot cambia el Londres victoriano por ese “Caribe de Estados Unidos” que es Nueva Jersey. El esteticismo por el flow. Y el ingenio mordaz por el punch inteligente. La maravillosa vida breve de Oscar Wao tiene originalidad y (cierta) mala hostia, lo que sí son buenas razones de leer. Y de vivir. El resto es cumbia, mi-amol.
Diego Salgado
Me gustaría recomendar En los límites de lo posible: Política, cultura y capitalismo afectivo, de Alberto Santamaría, recién editado por Akal. Santamaría pone en tela de juicio con argumentos contundentes la insistencia actual por cifrar en las emociones, en la «obesidad afectiva», un ejercicio de la crítica y el activismo cultural que sirve en la práctica de manera inmejorable a las retóricas productivas del capital. Creo que este párrafo se basta para avalar el libro: «La homogeneización de lo diferente al abrigo de la norma cultural es una forma de despolitización. Representa el paradigma del consenso: parecen aceptarse benévolamente todas las opiniones, se absorben sin problemas una vez limadas sus asperezas. Por ello mismo, dichas opiniones diseñan el mundo vivido, pero jamás lo pondrán en jaque ni mucho menos lo cambiarán. Se genera así una cultura que no perturba, que recubre con una fina manta afectiva las expresiones del poder estipuladas por cada colectivo. Lo que aún genera disenso es expulsado mientras a los límites de-lo-sin-lenguaje (…) Frente a ello, precisamos de la conexión incesante entre lo distinto, una cultura que no llame a la reconciliación sino a la imposibilidad de la misma. Una cultura desordenada que haga saltar por los aires los modelos culturales que nos gratifican con lo aceptable y lo conveniente».
Eduardo Hurtado (Hurtado & Ortega editores)
Esa visible oscuridad, de William Styron. Editorial Capitán Swing
William Styron suele ser más conocido por ser el autor, entre otros, de La decisión de Sophie o Las confesiones de Nat Turner. Este breve libro autobiográfico ahonda en la etapa más oscura de su vida, cuando tuvo que lidiar con la depresión y la locura. Honestidad y desgarro en cada página. Un texto que ahora recupera Capitán Swing que nos hubiera encantado publicar a Hurtado & Ortega.
Vidorra, de Jean-Pierre Martinet (Editorial Underwood)
El erotismo de la flaccidez mórbida en traducción magnífica de Rubén Martín Giráldez. Una pequeña barbaridad y una invitación a descubrir una nueva editorial independiente de las que arriesga (y acierta) de verdad.
L’Eclipsi, de Georges Perec (L’Avenç)
Maravilla oulipiana en traducción de Adrià Pujol Cruells, uno de los autores catalanes más interesantes de la actualidad. Se puede abrir por cualquier página y disfrutar del puro texto, sin contexto. Te deja boquiabierto y sin la a.
Habla memoria, de Vladimir Nabokov (Anagrama)
Nabokov es una debilidad personal absoluta. Más allá de sus novelas más conocidas (Lolita, Ada o el Ardor, Pálido fuego…), esta autobiografía le confirma como un escritor imprescindible, en inglés, en ruso y en cualquier lengua que se proponga. Para los amantes de las mariposas y las vocales coloreadas.
Donatella Iannuzzi (Gallo nero ediciones)
Una soledad demasiado ruidosa, de Bohumil Hrabal (Galaxia Gutenberg, 2015)
Conocía ya el libro de Hrabal (Brno, 1914) aunque no lo había leído. La novela nos hace partícipes de la vida de Hanta que prensa papel viejo desde hace treinta y cinco años en condiciones laborales inhumanas. Está a punto de jubilarse, le gusta la cerveza y comparte su existencia con las ratas y con sus reflexiones. De todas las toneladas de papel Hanta logra salvar de la destrucción algunos libros, éstos serán sus tesoros, su salvación y su razón de vida.
Diario de Manhattan, de Néstor Sánchez (Ediciones Sin Fin, 2017)
Néstor Sánchez (Buenos Aires, 1935) ha sido un descubrimiento muy feliz, no conocía en absoluto al autor ni a la editorial pero algo me llamó la atención. A través de una prosa poética el autor nos hace testigo de su deambular y divagar no solo por las calles de Manhattan sino y sobretodo del divagar de su mente.
Son textos breves escritos en una libreta del 5 de diciembre al 14 de marzo: «Comprar este cuaderno representó, en cierto modo, consentir necesidad de cauce, de punto de apoyo para alguna forma de preservación interior en principio no deducida.»
Susana Romanos (Greylock editores)
Mi elección para el día del libro es Pierres, de Roger Caillois, y de todas las ediciones que conozco, voy a recomendar la realizada en catalán por Días Contados, traducida por Ramon Girbau, con prefacio en castellano de Jorge Wagensberg y con un pequeño pero maravilloso texto de 1962, en castellano también, de Álvaro Cunqueiro titulado La piedra que habla.
Ciencia y literatura, la historia del planeta como recurso para contar historias de piedras, Wagensberg en el prefacio:
«He aquí la buena relación entre ciencia y arte: artistas proveyendo intuiciones a los científicos y científico proveyendo comprensiones a los artistas. Pero lo que no es muy frecuente es que un mismo creador pueda hacer ambas cosas sobre una misma realidad. Intuir y comprender es buscar lo común entre cosas cuanto más diferentes mejor, mientras que observar consiste en algo muy parecido a lo contrario, es decir, buscar lo diferente entre cosas muy parecidas. La ciencia, toda la ciencia, resulta de un proceso de conversación entre la comprensión y la observación. El arte, todo el arte, resulta de un proceso entre la observación y la comprensión. Los momentos más creativos de la humanidad se han dado cuando científicos y artistas se han puesto a comprender, a intuir y a observar, pero sobre todo cuando ha sido un mismo creador quien se ha aproximado a la realidad desde ambas vertientes.»
Alodia Clemente (Llibreria La rossa)
Narrativa: Amor Fou, de Marta Sanz. Editorial Anagrama. Amor fou plantea preguntas en torno a nuestra educación sentimental y política. El amor empasta las voces, y la literatura se aparta de la suavidad deslizante de la seducción, para subrayar su violencia. La mirada del Marqués de Sade más educativo envenena las manzanas y el alimento de Los emperadores. Porque posiblemente Amor fou es un cuento de hadas salvaje, de esos que se censuran para no escandalizar a los niños, ni a los adultos que preferirían permanecer en una infancia eterna.
Ensayo: Mujeres y poder, de Mary Beard. Editorial Crítica. Mary Beard no es solo la clasicista más famosa a nivel internacional; es también una feminista comprometida y como tal se manifiesta asiduamente en las redes sociales. En este libro muestra, con ironía y sabiduría, cómo la historia ha tratado a las mujeres y personajes femeninos poderosos. Sus ejemplos van desde el mundo clásico hasta el día de hoy, desde Penélope, Medusa o Atenea hasta Theresa May y Hillary Clinton. Beard explora los fundamentos culturales de la misoginia, considerando la voz pública de las mujeres, nuestras suposiciones culturales sobre la relación de las mujeres con el poder y cuánto se resisten las mujeres poderosas a ser sometidas a un patrón masculino.
Poesía: Las órdenes, de Pilar Adón. Editorial La Bella Varsovia. En estos poemas se escuchan las órdenes que tienen que ver con la condición de hija y con la condición de madre: la obligación de asumir los cuidados de los demás y obviar el bienestar propio, la obligación también de perpetuar los roles que se asocian a nuestras circunstancias. Sobre esas expectativas que se depositan en nosotras y en nosotros, que se nos ordenan, Pilar Adón ha escrito un libro incómodo por su cuestionamiento de aquellos dictados —crecer, cuidar, reproducirse, seguir cuidando— que habíamos asumido, y contra los que Las órdenes se rebela. Porque una casa a veces se siente más como jaula que como espacio seguro, esta escritura urgente y áspera hace que nuestras certezas tiemblen.
Ilustrado: La lotería, de Shirley Jackson. Editorial Nórdica. En un pequeño pueblo estaudinense existe una tradición y es el de sortear un premio entre sus habitantes. Este es el marco doméstico en el que nos sumerge Shirley Jackson para contarnos una historia macabra. La adaptación al cómic corre a cargo de su nieto, Miles Hyman que ha creado ha creado una visión fantasmagórica de la aldea donde se desarrolla la historia,sus habitantes y el inolvidable ritual que pusieron en marcha. Publicado por primera vez en 1948, en el New Yorker, recibío por parte de sus lectores una respuesta muy negativa que llevó a muchos de ellos a dar de baja su suscripción a la revista.
Infantil: Intrépidas, de Cristina Pujol y Rena Ortega. Editorial Pastel de Luna. Intrépidas recupera los viajes de 25 mujeres exploradoras, muchas de ellas olvidadas con el transcurso de los años. Siguiendo sus pasos aprenderemos cómo superaron sus miedos, cómo consiguieron subir las montañas más altas, recorrer el mundo a pie, en bicicleta, viajar al espacio, volar cruzando océanos y continentes, sobrevivir en el desierto o bajar a lo más profundo del mar? Algunas llegaron a su meta y otras no.
Almudena Muñoz
La fiebre negra , de Andrea Barrett (Nórdica)
Orlando, de Virginia Woolf (Lumen)
Quemar las naves, de Angela Carter (Sexto piso)
El corzo, de Magda Szabó (Minúscula)
Pippi calzaslargas, de Astrid Lindgren (Blackie Books)
Ingrid J. Rodríguez (Sexto piso)
La mujer singular y la ciudad, de Vivian Gornick (Sexto piso). La segunda parte de las memorias de la activista feminista estadounidense es un placer lector total. En cada página a través de esa mirada llena de inteligencia, Gornick extrae el auto(re)conocimiento de las situaciones más pequeñas y más habituales, te noquea como el mejor de los puñetazos.
Nefando, de Mónica Ojeda (Candaya). Un libro increíblemente potente, lleno de fuerza y de precisión, que juega con nuestras partes más oscuras, que nos hace daño incluso en ese lugar de nosotros mismos en el que nunca hemos estado. Una narración trazada con una inteligencia apabullante.
Con rabia, de Lorenza Mazzetti (Periférica). Una novela que retrata la adolescencia de una chica de la manera más natural que haya leído, una chica que no entiende el mundo que la rodea ni los mecanismos que lo hacen funcionar y que apunta hacia todas esas preguntas que seguimos haciéndonos de adultos con una ironía maravillosa.
Mayte Alvarado y Borja González (spiderland/snake)
Cuerda de presas, de Jorge García y Fidel Martínez (Astiberri)
¡Cuidado, que te asesinas!, de Lorenzo Montatore (La Cúpula)
Kuebico, de Miguel Ángel Carmona del Barco (Pre-Textos)
El bosque profundo, de Sofía Rhei (Aristas Martínez)
Ignasi Mena
Una vez más para Tucídides, Peter Handke (Editorial Tres Molins)
Pasar, cueste lo que cueste, Georges Didi-Huberman y Niki Giannari (ShangriLa Ediciones)
Tango satánico, László Krasznahorkai (Acantilado)
Utopías del 68, Antonio Elorza (Pasado y Presente)
El saber del error, Rocío Orsi (Plaza & Valdés)
Faustino Sánchez
En ocasiones tenemos la sensación de estar atrapados en bucles, de vivir en temas y lugares de los que no podemos escapar. Llevamos un año de fuga imposible, de espirales y retornos, de trampantojos y cintas de Moebius. En estos libros los protagonistas intentan salir de los bucles en los que están inmersos, ya sea para acceder a unos jefes invisibles, para escapar de un pasado familiar que ni siquiera en un largo viaje puede desaparecer, para salir de una casa encantada que absorbe con magnetismo espectral, o para desviarse del camino hacia una santa que está jalonado de vino y humanidad.
El castillo (Franz Kafka, Alianza)
Proleterka (Fleur Jaeggy, Tusquets)
La casa de hojas (Mark Z. Danielewski, Pálido fuego y Alpha Decay)
La leyenda del Santo Bebedor (Joseph Roth, Books4pocket)
Juan Jiménez García
Debo ser una persona afortunada en mis lecturas, porque todas las listas se me quedan cortas, terriblemente cortas…
Todo Ubú, de Alfred Jarry (Pepitas de Calabaza)
El zar del amor y el tecno, de Anthony Marra (Armaenia)
Lucky Jim, de Kingsley Amis (Impedimenta)
Hotel Madrepatria, de Yusuf Atilgan (Gallo Nero)
El califa cigüeña, de Mihály Babits (Greylock)
La guerra de las salamandras, de Karel Čapek (Libros del Zorro Rojo)
Biblioteca bizarra, de Eduardo Halfon (Jekyll&Jill)
Elisa G. McCausland
Una costilla sobre la mesa, de Angélica Liddell (La uña rota)
«Si el bufón nace de una herida, ya sea física o mental, entonces somos bufones de nosotros mismos, bufones del rey que una vez soñamos ser, Totó».
Inés Martínez García
Ordesa, de Manuel Vilas (Alfaguara)
Riquete el del copete, de Amélie Nothomb (Anagrama)
El peligro de la historia única, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura Random House)
Ya no, de Clara C. Scribá (Huerga & Fierro editores)