Gabriel Casas. Fotografía, información y modernidad, 1929-1939 (Ediciones Anómalas, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Obra Social La Caixa, Arxiu Nacional de Catalunya) | por Francisca Pageo
En Gabriel Casas : fotografía, información y modernidad 1929-1939, editado por el Ediciones Anómalas, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Obra Social La Caixa y Arxiu Nacional de Catalunya, estamos ante un catálogo/fotolibro que refleja toda la exposición que se mostró en el Museu Nacional d’Art de Catalunya el pasado 2015, pero que es itinerante y ya ha pasado por el Caixaforum de Girona y ahora mismo se encuentra en el Caixaforum de Tarragona (hasta el 29 de mayo). La exposición y el libro son una muestra reivindicativa para recuperar la historia fotográfica en España, especialmente la España de entreguerras, que vemos aquí creada por el fotógrafo Gabriel Casas.
Casas realizó una gran producción durante aquellos años, de la que se han salvado más de 20.000 fotografías. La exposición muestra una visión global en la que podemos ver a Casas como fotógrafo de prensa. Debido al fascismo -en el libro se nos explica cómo el autor fue censurado por mostrar la cruda realidad de aquel tiempo-, tuvo que dedicarse a otro tipo de trabajo, como la fotografía industrial, el retrato, la publicidad y la ilustración. Casas se entrecruzó con vanguardistas de la talla de Dalí, Buñuel, Sebastià Gasch, Federico García Lorca y unos cuantos más. El autor formó parte de una nueva generación de fotógrafos dedicados a la prensa. De hecho ver sus fotografías periodísticas resulta una clave para entenderla.
La fotografía de Casas es una fotografía directa, de una composición muy peculiar popular en aquella época. Estamos ante una mirada poética, pura y limpia. El tipo de fotografía que el autor nos muestra es un reflejo de la época en la que vivió, mostrando mayormente una Catalunya interesada en la cultura y el entretenimiento. Como fotógrafo de prensa asiste a eventos sociales, en cuyas imágenes destaca a figuras importantes del mundo político o del cine. Además, también fotografió a personas anónimas de la burguesía barcelonesa así como usó la fotografía para denunciar la pobreza que entonces habitaba en España. Las miradas de los niños, de los pobres, la radicalización de su fotografía tanto burguesa como de denuncia, nos invitan a pensar en un autor interesado por la sociedad en todos sus ámbitos; es casi una fotografía antropológica que nos acerca a una España de la que, aunque no vivimos, sí han quedado resquicios. Sus fotografías recuerdan a esa vida llevada por nuestros abuelos y bisabuelos. Hay ciertos ecos de la fotografía del soviético Rodchenko, por ejemplo, con esos picados y contrapicados en las calles, así como los diversos fotomontajes realizados para publicidad que beben un poco de aquellos dadaístas y surrealistas que conformaron la época.
Sin duda, estamos ante un fotógrafo que vivió por y para la fotografía, legándonos un material increíblemente poderoso y de gran importancia social. Hay que dar las gracias a que diversas entidades culturales nos entreguen pequeñas joyas como esta. Sin duda es un catálogo para revisionar de vez en cuando y empaparnos del nivel cultural que vivió España, especialmente Catalunya, entre 1920 y 1940.