El 26 de marzo de 2010, un torpedo norcoreano hunde un barco militar de Corea del Sur en aguas interterritoriales. Las protestas populares se suceden en los meses siguientes.
El 10 de agosto de 2012, después de la victoria de Corea del Sur sobre Japón en un partido de fútbol en el marco de los JJ.OO. de Londres, el centrocampista coreano Park Jong-woo exhibe un eslogan reclamando para su país Takeshima, unos islotes en disputa territorial con Japón. El Comité Olímpico le impide recoger su medalla de bronce por violar las reglas de competición.
El mismo mes, la discográfica SM Entertainment conquista el Tokyo Dome de Japón en un macroconcierto protagonizado por sus grupos de K-Pop (pop coreano) de primera línea. Unos cien mil espectadores aplauden a cantantes y bandas como BoA, Girls’ Generation o f(x).
El pasado 13 de octubre se presentó en el festival de Sitges The Thieves (Choi Dong-hun), una película con récord histórico de taquilla en su país de origen. Los aficionados acogieron con entusiasmo esta cinta coral de ladrones de guante blanco, plagada de estrellas coreanas y hongkonesas.
La Hallyu se extiende, y la Vieja Ola queda atrás.
Epílogo al texto La excepción coreana: el cine que surgió de nuestro mundo, por Álvaro Peña. Textos e imágenes seleccionados por su autor.