Acostumbrados  a relacionar las nuevas olas con un cierto cine de autor (que, por lo general, viene a reivindicarse frente a un cine comercial deteriorado por su propia tendencia a la repetición), la nueva ola coreana representó, entre otras muchas cosas, un cambio de sentido. Entre otras cosas, porque no venía a reemplazar a nada o no cortaba la cabeza de nadie, sino más bien surgía de un cambio industrial de su cine, de sus formas de financiación. Aquello permitió la eclosión furiosa de un montón de cineastas que irrumpieron no a través de la autoría, Hypnotizedsino más bien de una nueva vuelta de tuerca al cine comercial, bien fuera a través de una visión hollywoodiana o bien, que también, de su equivalente asiático (su equivalente atrevido y desmesurado): el cine hongkonés. En definitiva, el cine coreano se convierte en una máquina constantemente alimentada por el cine comercial que se hace alrededor del mundo, y lo devuelve multiplicado, reformulado, renovado, hasta convertirlo en otra cosa, hasta convertirse él mismo en modelo. Los resultados son impresionantes: no solo son capaces de barrer en sus propias taquillas sino que forman parte indisoluble del boom que experimentó hace algunos años el cine asiático.

Álvaro Peña nos acerca, como él dice, a este cine que surgió de nuestro mundo, a través de un texto que recoge el devenir histórico que les llevó a ocupar un lugar en el mundo y las películas y autores que mejor representaron (y aún representan) aquellos días, seguramente ya lejanos…

leer en détour

Número cuatro
Pa(i)sajes: Nuevas (y viejas) olas asiáticas
Ilustraciones: Rubén León


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