Chris Marker y La Jetée. La fotografía después del cine, de Antònia Escandell Tur (Jekyll and Jill) | por Óscar Brox
Conocemos a Chris Marker por su torrencial contribución artística -más de medio centenar de proyectos repartidos en cincuenta años de carrera-, por un puñado de fotografías robadas en el curso del tiempo -casi siempre, con el ojo puesto en la cámara- y por las voces que surcan la narración de sus películas, ya sea la de Florence Delay en Sans Soleil o la de Catherine Belkhodja en Level 5. Cine, fotografía, voz, he ahí las armas y el carné de identidad de uno de los últimos grandes que le quedaban a la cinematografía francesa -cada vez menos, aún restan Godard y Rivette. Retrato incompleto al que deberíamos añadir su espíritu viajero, técnicamente híbrido y eternamente fabulador, preparado para construir un relato en cualquier soporte, desde Second Life hasta las guías de viajes Petit Planète. Por tanto, alguien fascinado con el poder de la imagen, con su verdad y su mentira, capaz de entregarse y jugar con sus elementos.
El mercado editorial español no ha abordado demasiado, a falta de una monografía exhaustiva, la obra de Marker; apenas varios libros repartidos entre finales del siglo pasado y la última década. De ahí, pues, la importancia de una obra como la que publica la editorial zaragozana Jekyll y Jill, escrita por Antònia Escandell, que abunda en uno de los trabajos más reconocidos del creador francés: La Jetée. En ella, su autora busca un enfoque complementario para analizar el famoso cortometraje, un punto de partida que ahuyente los lugares comunes. Para ello, nada mejor que atender a la naturaleza híbrida del proyecto, entre la fotografía y el cine, como clave temática para desgranar la obra markeriana. Fotografía, cine, imagen y montaje, he ahí los puntos cardinales de la investigación de Escandell, que estructura sus pasos siguiendo las relaciones entre estos cuatro temas, tanto en Marker como en el cine y las teorías de la época. Una apuesta agradecida para el lector pues le permite confrontar la forma de entender el montaje del cineasta francés con las elaboraciones más extendidas. Si Bazin y los soviéticos constituyen las dos grandes referencias y el cinéma verité una de las etiquetas de moda, Marker se abandona a los márgenes y busca hacer del registro directo de la realidad un medio para la reflexión y la abstracción; o, dicho de otra manera, poner en cuestión la representación para que aquella gane en potencia reflexiva.
Desde un punto de vista académico, Escandell aborda cine y fotografía como dos entes separados con sus rasgos propios y sus teorías, ya sea a través del montaje o de la referencialidad. El objetivo de la autora consiste en dar cuenta de la singular naturaleza de la imagen de Marker, resultante de la alianza entre ambas, que Philippe Dubois define elocuentemente como cinématogramme. ¿Cómo se puede entender la imagen detenida de La Jetée? A partir de su propio proceso creativo, en el que media la fotografía y la filmación con el banc titre como herramienta, Escandell despliega una panoplia de comentaristas -de Barthes a Kristeva, del montaje eisensteiniano al montaje materialista- que apoyan, discuten y amplían los contornos de esa imagen de otra imagen (la fotografía filmada) que describe el trabajo de Marker; su juego con la naturaleza de la imagen y, sobre todo, su juego con el tiempo, con su ilusión y con su movimiento, ese aleteo que nos entregará en una de las secuencias más recordadas de La Jetée.
Acompañado por el análisis de algunas de las escenas clave del cortometraje, como el encuentro en el Museo de Historia natural o la cita en el Jardin des plantes, el trayecto propuesto por Escandell va soldando, desde lo teórico, la fascinación que despiertan las imágenes creadas por Marker; sus juegos, sus relaciones, sus metáforas y la función que ejercen recursos como, por ejemplo, el encadenado dentro del dispositivo markeriano, alejado de su rol habitual y que, como destaca la famosa secuencia del aleteo, dota de un principio de movilidad a sus imágenes. Un recorrido teórico destinado a dar cuenta de dos romances imposibles: el de los dos protagonistas, separados por el tiempo y por el espacio, y el de los dos medios que dispone su creador para expresarlo: la fotografía y el cine. La historia de un movimiento efímero entre lo inmóvil, que inspira una cercana relación de parentesco con otro medio artístico como el cómic, y el coqueteo con el tiempo (de la imagen y del relato), que todo lo destruye.
Conocemos a Marker por su querencia a aventurarse entre los pliegues de la memoria y por el cuestionamiento de la referencialidad de la imagen, por las narraciones que se solapan, acompañan o bifurcan sus relatos y por esa extraña habilidad para construir mundos con tan pocos materiales en la mano. Chris Marker y La Jetée. La fotografía después del cine propone otra manera de acercarnos a la obra de este cineasta, a través de un proceso creativo que dice tanto de ambos medios como de esa búsqueda incansable que un cineasta erige cuando construye un relato a partir de imágenes: la ilusión de un movimiento, un tiempo, un lugar y, en definitiva, una vida.