Leviathan | Lucien Castaing-Taylor y Verena Paravel

El cine nunca ha escatimado presupuesto a la hora de trasladarnos, gracias a sus historias, hasta la otra punta del mundo, a una remota región antártica o a lo más profundo de una selva virgen. La ambición, en cierto modo, ha sido el vehículo para canalizar hasta qué punto el paisaje salvaje y vivo debería impactar sobre el espectador. En otras palabras, hasta qué punto el mar de una aventura marítima contrasta con el que captan las sensibles cámaras del SEL en un filme como Leviathan. Esa diferencia, además de temática y estilística, también añade una cuestión interesante: el grado de incidencia que las sensaciones tienen sobre el espectador, las temperaturas y su efecto sobre nuestra percepción. En definitiva, películas que, por un instante, consiguen capturar esa quimera que narra la posibilidad de representar algo tan físico y, a la vez, abstracto como el frío.

En Perforar el hielo. Apuntes caóticos sobre el frío en películas, Álvaro Bretal nos ofrece una panorámica sobre diferentes cineastas, géneros y estilos a la caza y captura de esa emoción que, por fugitiva y efímera, tanto cautiva cuando la hallamos en mitad de una película, entre bosques helados y paisajes emocionales íntimos.

 

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Número cinco
Pa(i)sajes: Un cine para los sentidos
Imágenes: Juan Jiménez García


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