Nacido en Portland, Oregón, en 1981, Aaron Katz se ha convertido en una de las piezas clave del mumblecore gracias a su particular sensibilidad a la hora de construir pequeñas historias de relaciones de pareja contadas con grandes dosis de ternura, cercanía y poesía. La presencia de la ciudad como paisaje emocional, primer hogar o patio de juegos en el que sus personajes dan los primeros pasos sentimentales se vertebra a través de dos lugares reconocibles para Katz, el Portland del que es oriundo -y al que regresa en Cold Weather– y la Nueva York a la que fue a trabajar, que sirve como escenario a la historia de Quiet City. Y es que, para Katz, “donde vives y lo que ves cada día tiene un gran efecto en tu vida. En Quiet City quería que la localización fuese fundamental”.
Con un enfoque naturalista, alejado de cualquier clase de impostura, el cine de Katz respira un aire familiar en cada una de las conversaciones que mantienen sus personajes. A propósito de su filme debut, Dance Party U.S.A., Katz señala que la idea surgió cuando “iba en el tranvía y oí una conversación entre dos chicos sobre sexo y fiestas y lo que estaban planeando para el verano. Llevaba una libreta, y empecé a escribir lo que decían. Cuando bajé del tren, me senté y empecé a escribir más, imaginando qué más habrían dicho”. Sinceros y cálidos, los personajes de Katz comparten confidencias, aunque algunos apenas se conozcan de unos minutos, construyendo su relación a partir de pequeños gestos, en apariencia banales, como componer un tema sencillo en un teclado Casio (en Quiet City) o compartir una barrita de regaliz -en un gesto que, definitivamente, carece de edad- en el silencio de un coche (en Cold Weather).
La música, compuesta por Keegan DeWitt, es otro de los elementos propios del cine de Katz. Una música que acompaña, pero nunca recalca, el lirismo de esas puestas de sol, de las imágenes nocturnas de una ciudad vacía que, precisamente por eso, concentra toda su fuerza en los protagonistas que caminan, intercambiando pensamientos y experiencias, en su interior. Como esas puestas de sol o como los destellos de este sobre los personajes, como los luminosos de las tiendas abiertas 24h, la música de DeWitt empapa a los personajes con su calidez y encantadora simplicidad, contrapunteando sus aventuras a medida que tienen lugar.
Descubrir el cine de Aaron Katz es como acceder a un territorio compuesto de pensamientos recurrentes, conversaciones repletas de costumbrismo que, sin embargo, siempre dan pie a compartir confidencias y secretos que parecía que nunca íbamos a revelar, porque la proximidad y la confianza que transmiten sus personajes da pie a esa clase de sinceridad, que nunca deja de ser correspondida. En definitiva, atrapar, casi al vuelo, la clase de cercanía que compartimos cuando nos relacionamos con los demás. Como un pedazo de vida desgajado de nuestras experiencias personales.
Gracias a la edición, dentro de su colección Young American Filmmakers, de los dos primeros filmes de Katz que ha llevado a cabo Cinebinario Films, así como de la programación de su último largo, Cold Weather, en el pasado Festival D’A. Festival internacional de cinema d’autor de Barcelona, acceder a la obra de Aaron Katz es más sencillo. Así, en su segundo volumen de la colección, Dance Party U.S.A. y Quiet City comparten edición con un pequeño corto, obra de Joe Swanberg, que ofrece su peculiar visión comprimida de Quiet City, y una breve entrevista entre Katz y DeWitt a propósito de las composiciones para su cine. Además, el dvd viene acompañado de un libreto con una interesante entrevista con Katz -de la que hemos extraído sus declaraciones.
En Détour queremos compartir y apoyar la labor divulgadora que lleva a cabo Cinebinario Films, y os animamos a que echéis un vistazo a su web, así como a sus redes sociales, en las que encontraréis al resto de cineastas que forman parte de su colección.