En Détour siempre hemos creído que el cine y, por extensión, la cultura, son dos herramientas fundamentales para compartir una manera de ver el mundo y entablar un diálogo sobre cada uno de sus pequeños detalles. Fruto de ese compromiso, hemos emprendido un nuevo proyecto junto a los cómplices de Cineuá y Transit. Tan lejos, tan cerca es un ciclo coordinado, en colaboración con Filmin, en el que mensualmente planteamos una serie de dobles sesiones de películas en las que se establece un diálogo cinematográfico entre pasado y presente.
Este mes proponemos, desde nuestra revista, (No) Amarás, una relación entre dos películas sensibles, en las que las emociones tienen tanto peso y tanta fuerza que describen esas sensaciones (el amor, la tristeza, el dolor) que el cine nunca ha olvidado cómo representar: No amarás, de Krzysztof Kieslowski, y Tokio Blues, de Tran Anh Hung. Esta es la sexta parada de nuestro proyecto, que anteriormente ha girado la vista sobre los gestos creativos de dos cineastas, el Dario Argento de Rojo Oscuro y el Quentin Tarantino de Kill Bill vol.1 y vol.2, que ejemplifican la forma en que el pensamiento contemporáneo ha entendido la relación de las imágenes cinematográficas, como señalaba Vicente Rodrigo en El proletario y el burgués; ha rastreado el paso del tiempo, lo que alguna vez fue y lo que queda, un territorio en el que Dos en la carretera de Stanley Donen y Copia Certificada de Abbas Kiarostami se engarzan como dos planos de una misma realidad, como explicaba Covadonga G. Lahera en ¿Todas las parejas del mundo? Amor. Tiempo; ha visto, también, cómo se entretejían las historias de amor, robos y libertad creativa de Bande à part y The Pleasure of being robbed en (No) robarás; ha creado un extraño vínculo de sangre que Cristina Álvarez traza entre el oeste y los pozos de extracción de petróleo, entre Río Rojo, de Howard Hawks, y Pozos de ambición, de Paul Thomas Anderson; y, de la mano de Sergi Fabregat, la magia a dos velocidades, las del Albert Serra de El cant dels ocells y el Carl Theodor Dreyer de Vampyr, dos filmes que nos enseñan que las cosas pueden ser vistas con otros ojos.
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