Julia Margaret Cameron (Fundación Mapfre) | por Francisca Pageo
Esta pasada primavera, Fundación Mapfre dedicó en Madrid una exposición, coorganizada junto al Victoria & Albert Museum de Londres, a la figura de la fotógrafa Julia Margaret Cameron, reputada internacionalmente debido a su inmenso trabajo, mundialmente reconocido por lo especial, histórico y profundo que resulta. Este catálogo de la exposición que tenemos entre manos incluye los ensayos científicos de Marta Weiss (comisaria de la muestra y conservadora jefe de fotografía en el V&A Museum) y Juan Naranjo, aparte de las inmensas fotografías de Julia Margaret Cameron y un apéndice documental sobre la correspondencia entre esta y Sir Henry Cole, director del Victoria & Albert Museum.
La presente edición describe la historia, paso a paso, detallada, de toda la fotografía que Julia Margaret Cameron llevó a cabo, convirtiéndose sin duda en un catálogo realmente completo y que se puede tomar como referente para conocer la obra y vida de la autora. Se presenta toda una colección de fotografías y correspondencia de Cameron, contada por volúmenes en los que cada sección se ocupa de un tema extraído de algunas de las cartas de Cameron a Sir Henry Cole.
Julia Margaret Cameron descubriría tarde su vocación, ya que fue a raíz de un regalo de su hija Julia y su yerno Charles Norman, una cámara, que Cameron empezaría a fotografíar. En menos de 18 meses, la fotógrafa ya habría definido su estilo propio, haciéndose así conocida dentro del mundo fotográfico y cultural. De este modo, la autora entraría en los círculos artísticos y literarios de su época; pero no todo fue color de rosa. Sus fotografías desenfocadas, evocadoras, etéreas, como si pertenecieran a otro mundo, no serían muy aceptadas en su mayoría por los críticos de arte, teniendo así un público enormemente dividido. Por un lado, el academicismo imperante no reconocería como fotografía habitual su trabajo, ya que el estilo que predominaba en aquella época sería figurativo y extremadamente representativo de la realidad; pero los críticos con una mirada más artística reconocerían en la figura de Cameron una delicadeza rompedora y transgresora. Su uso de la fotografía fue controvertido debido a que no jugaba a lo mismo que sus contemporáneos.
Cameron, cuyo espíritu era libre y revolucionario, retrató a su familia, a sus amigos, a conocidos y a personajes del mundo aristocrático de aquel entonces, haciendo así una fotografía social pero también personal y, como podríamos decir actualmente, de autor. A lo largo de su carrera retrataría a muchas mujeres representando personajes literarios y alegóricos, representando figuras históricas y religiosas. Y es que Cameron era una ferviente cristiana y eso se vería enormemente reflejado en su obra.
Uno de los motivos, aparte del interés por lo pictórico, que tenía Cameron para dedicarse a la fotografía era también conseguir dinero con las copias de sus imágenes para aliviar los problemas económicos de su familia. Sin embargo, sus aspiraciones eran y son muy similares a las de un fotógrafo de arte contemporáneo. Cameron aspiraba a que su fotografía evocara sensaciones y emociones. La fotógrafa quiso hacer imágenes que elevaran el espíritu y es así como las podemos ver, fotografías que nos hacen soñar, que nos alientan, que poseen “un ángel”; quizás por su desenfoque, quizás por la sensible mirada que Cameron poseía. Su fotografía se trata, principalmente, de un estilo emocional, en la que el sentimiento y la intuición lo inundan todo. Es casi pictórica, como si las placas fotográficas de Cameron hiciesen de pincel, suavemente balanceado, suavemente desenfocado. Y, sin duda, es este un catálogo para atesorar y en el que emocionarse, en el que sentir el espíritu de Cameron y su obra se hace esencial.
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