número tres | bande à part | ilustraciones: francisca pageo
Siempre hay algo de intermitente, de presencia ausente en la figura del actor secundario, como si en cada nueva aparición su irrupción en pantalla transformase el sentido del relato que contemplamos, abriendo la puerta de cada historia hacia un microcosmos de sentimientos velados hasta ese momento por la fuerza del conflicto entre los protagonistas. De esta manera, la historia de un robo por amor puede derivar en uno de los primeros retratos del horror psicologista cuando la protagonista de esa trama cae en el lugar equivocado; y el relato de una empresa preñada de aventuras convertirse en el testimonio de cómo uno de sus secundarios anecdóticos ganó su libertad individual. Porque en ese pequeño margen que se esboza entre dos miradas, dos planos o dos personajes habitan otros tantos relatos en estado de latencia, esperando a que reparemos en su presencia para explotar frente a nuestros ojos aquello que albergan en su interior.
En Autoayuda 1: la agonía del actor secundario, Pablo García Canga se transmuta en cronista de todas esas historias mínimas que riegan tanto la Historia del cine como de la literatura, navegando entre los relatos de Foster Wallace y James Ellroy para abordar esas figuras tan íntimas como públicas que habitan en los filmes de Hitchcock o James Gray. ¿El resultado? Películas que nos invitan a fantasear esas otras películas que se desarrollan dentro, personajes desdoblados cuyos sentimientos entran en conflicto y dilemas que amplifican su radio de acción cuando los ponemos en contacto con ese otro personaje al que apenas hemos visto unos segundos y, sin embargo, han bastado para cambiar nuestra percepción de las cosas.