George Orwell describe en una escena de 1984 cómo los ciudadanos de Eurasia son llamados a descargar su desprecio hacia el enemigo del pueblo, Emmanuel Goldstein. Para ello se les regalan los «Dos minutos de Odio». Mientras observan imágenes del traidor acompañadas por el sonido de «una monstruosa máquina sin engrasar», se zambullen en un frenesí homicida, que acaba muchas veces en un ataque frenético de la pantalla hasta que la imagen del Gran Hermano aparece para salvar el día.
El hilo argumental de 1984 fue utilizado en parte, sin que ello nos sorprenda demasiado, como inspiracion del juego Robotron 2084, diseñado por Eugene Jarvis and Larry DeMar en 1982 para los salones recreativos. Esta diversión maquiavélica irradiaba un odio reconcentrado y desconocido hasta entonces en los juegos de moneda. Los jugadores no podían distinguir en medio del sadismo virtual la diferencia entre diversión y trabajo. Imitando la escena descrita por George Orwell, los jugadores se sulfuraban tanto por sus errores que acababan atacando físicamente a la máquina. Los dos minutos de odio obtenidos por 25 centavos parecían una ganga: la dificultad del juego limitaba cada ronda a la duración de un anuncio de televisión de la época.
Y a pesar de nutrir un sentimiento de odio irracional (por no decir nada del pánico y la indefensión subyacentes), las consolas de Robotron se podían encontrar en cualquier lugar de entretenimiento juvenil suburbano en los años ochenta.
En realidad, Robotron 2084 era un juego simple e intuitivo. El interfaz, sin embargo, introdujo una gran novedad: un mando para la mano izquierda que permitía el movimiento en ocho direcciones, mientras que el mando para la mano derecha podía disparar al mismo tiempo en otras ocho.
Número siete
Bande à part
Traducción: Sonikka
Imágenes: Juan Jiménez García
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