Kanikosen, de Takiji Kobayashi, Go Fujio (Gallo Nero) | por Juan Jiménez García

Kanikosen | Takiji Kobayashi, Go Fujio

Llamada apropiadamente “novela proletaria”, Kanikosen (El cangrejero) fue originalmente eso, una novela. Escrita en 1929 por Takiji Kobayashi (comunista japonés cuando no interesaba para nada serlo, hasta el punto de finalmente costarle la vida), la obra seguía al Hakuko Maru, un barco-industria conservera que partía a la caza del cangrejo en las turbias aguas de la península de Kamchatka, lugar de disputa entre Rusia (entonces URSS) y Japón. Publicada hace unos años por Ático de libros, ahora nos llega de la mano de Gallo Nero convertida en manga, con el dibujo a cargo de Go Fujio.

¿Por qué novela proletaria? (ahora manga proletario). Hay que tener en cuenta el momento en el que nos encontramos. La revolución rusa ha triunfado y el comunismo empieza a extenderse por otros países, convertido en una utopía posible. Japón no es ajeno a ello, pero las dificultades no son pocas. A la mentalidad propiamente japonesa se une un nacionalismo apoyado por el ejército. Rusia no es cualquier país, sino un país vecino. El enemigo, pues, está a las puertas y hay que combatirlo. Cualquier medio será bueno, y no vamos a repasar el catálogo de barbaridades que se emplearon en infinidad de países para acabar con cualquier atisbo de izquierdismo. Los japoneses no fueron menos y los incidentes oscuros, casi negros, se sucedieron. Takiji Kobayashi los conocía bien. Desde su juventud (y no pasó de ella, dado que lo mataron en prisión a los 29 años) estuvo metido en grupos comunistas o, directamente, en el partido comunista japonés. Escritor desde bien temprano, además de artículos escribió novelas. La primera de ellas fue Kanikosen, pero a ella le seguirían otras, que se dedicaban a retratar la explotación humana.

La obra nos relata la vida de los pescadores (y trabajadores en general, puesto que en el barco también se envasaba directamente la pesca) que se embarcaban para trabajar durante meses en alta mar, al norte, en la frontera rusa (incluso atravesándola). Atraídos por la necesidad de escapar del hambre, acababan metidos en un verdadero infierno de explotación, en el que lo único que importaba era la producción y poco o nada la vida. Utilizando soflamas nacionalistas, los sometían a unas condiciones aberrantes de trabajo en las que lo único importante era el beneficio que los socios capitalistas podían obtener (mucho, puesto que era una actividad de las más rentables, dado que se desarrollaba en un limbo en el que todo estaba permitido). Sin embargo, en un puro efecto de acción-reacción, los hombres empiezan a ser conscientes de su fuerza, en lo que podemos considerar un canto a la unión y la conciencia social.

Aunque el manga relata fielmente todo esto, y aunque podríamos pensar que queda un espacio para el optimismo, la propia vida de su autor no nos permiten esa ingenuidad. Go Fujio de hecho añade una introducción y un final en el que asistimos al velatorio del escritor, asesinado por el Tokko, la policía secreta imperial, sección política. Y esta será también la manera de enfrentarse el dibujante con la novela, entre el optimismo y la crueldad, entre el dibujo dramático y el dibujo relajado, entre la muerte y la vida, la opresión y la libertad. Entre algo y algo.


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