El ojo oye, de Paul Claudel (Vaso Roto) Traducción de Juan Ramón Ortega Ugena | por Francisca Pageo

Paul Claudel | El ojo oye

En El ojo oye, editado por Vaso Roto Ediciones, nos encontramos con una selección de ensayos y textos que el diplomático y poeta francés Paul Claudel escribió en torno al arte y la creación. Para Claudel, el arte era un símbolo sagrado y no pudo abstenerse de dar su visión integradora y universal respecto a ello; una visión que esta obra dibuja de manera panorámica. Así, en el libro descubrimos la importancia de la naturaleza y el paisaje de la pintura en Holanda, esto es, la pintura flamenca. Artistas como Rembrandt, Vermeer, Viel, Pieter de Hooch, Nicholas Maes, son aquí explicados y detallados muy explícitamente. Para Claudel, el artista holandés tiene un ojo que elige y que capta, un espejo que pinta y que todo lo hace como resultado de una reflexión. Leyendo al autor casi podemos oler el óleo, ese nuevo material que los flamencos, a finales del gótico, empezarían a usar. Podemos oler esa clase de pintura, de una manera sinestésica, pues es inseparable para Claudel cómo nos hace ver la pintura flamenca de un modo casi literal.
También destaca la pintura española que pudo ver en el Museo del Prado. El autor se mete de lleno en las pinturas, hablándonos de ellas ya no sólo de un modo objetivo y observador, sino también desde el punto de vista del pintor. Se puede leer, asimismo, un ensayo sobre las vidrieras de las catedrales de Francia, de los siglos XIII y XIV, vidrieras góticas en las que el reflejo religioso era sumamente importante, pues con la llegada del gótico se culminó un nuevo concepto espiritual, más humanizado, más moral. De este modo, Claudel explica cuadros de Jan Steen, Nicolaes Maes o Watteau; o describir con precisión y gran detalle la catedral de Estrasburgo.

Lo que importa, a su vez, es el camino de diversos artistas en el arte, el camino de Beethoven, de Bach, de Chintreuil. Parece que sus caminos se entrecrucen y encuentren paralelismos en sus formas de entender la música. Claudel fue una persona religiosa que sabía ver lo sagrado en el arte y lo amaba por ello.  Y en sus textos transmite la autenticidad de cada artista que expone, además de hablarnos del camino en el mundo del arte; un camino lleno de esperanza, evolución y ensoñación.

Paul Claudel es, así, un prolífico escritor que nos enseña el arte de una manera desnuda y muy objetiva, sin entrar en conceptos demasiado íntimos, para hacernos ver que se trata de algo que está vivo, que tiene esencia y vida propia, y que, ante todo, es evidente y primordial en nuestra cultura. Del arte y la creación no podemos escapar pues está ahí, irremediablemente. Es evidente la pasión que el autor tiene por ellas dos y cómo esta influye en nuestra manera de ver la vida.

Si bien Gombrich escribió su afamada y lúcida La historia del arte para hacernos ver la belleza estética y antropológica que nos han legado todas las culturas, Paul Claudel no se queda atrás y nos ofrece en este libro la esencia pura del arte, yendo hacia adentro suyo y ofreciéndonos detalles que de otra manera no hemos visto o de las que no hemos podido llegar a ellas. De este modo, el libro se convierte en un must para aquellos que quieran adentrarse en la creación, especialmente en aquella  en la que su autor tenía una máxima obsesión. Esa misma que nos hace ver cómo el arte ha ido cambiando de generación en generación, de estilo en estilo, de técnica en técnica; sin cesar de ver cómo cada uno de ellos tenía su esencia y substancia, su más íntima y objetiva manera de ser, de cómo lo humano se ha ido transformando a lo largo de estos siglos.

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