El todopoderoso Shikaku, de Naoko Tanigawa (Chidori) Traducción de Héctor Tortajada Bernal | por Juan Francisco Gordo López
Cualquier trama que se precie siempre tiene como centro gravitatorio una cantidad económica. Fijémonos si no en la trama Gürtel, por ejemplo, en los viejos pero inmortales westerns de Sergio Leone o en el bolsillo vacío de su cartera, por no ir muy lejos. El dinero nos da alegrías y nos las quita, capacidades, potencia aristotélica. Con este papel puede uno conseguir casi cualquier cosa, siempre que sea material (asunto este bastante discutible en cualquiera de las épocas del ser humano a la que volvamos la vista) y esté al alcance de la mano o, mejor dicho, del número que lleve impreso.
En esta tesitura se nos sitúa en El todopoderoso Shikaku, una novela que no esconde nada ni pretende revelarnos la verdad de la validez de ese concepto abstracto que todos conocemos como dinero. En ella se nos presentan una serie de personajes con los que tendremos que convivir, aun a expensas de no confraternizar con ninguno de ellos, hasta la convergencia de todos los frentes que suponen sus relaciones con este elemento. Recordar que el dinero no proporciona felicidad ni una vida mejor es un argumento tan trillado en el que es fácil caer que uno se sorprende de que al menos no sea este el caso.
En esta novela corta de Naoko Tanigawa, publicada por Chidori Books, el capital no es central, sino la excusa que lanza tramas de diversa índole y que indagan en la sociología moderna. Algunas preguntas que uno se hace con la lectura de esta obra son, por ejemplo, si la humanidad no habrá perdido parte de su esencia al asociar la ayuda personal con la dádiva capitalista, que ya sabemos que puede comprar una casa pero no un hogar; si es posible que las redes sociales terminen por volvernos huraños y más crédulos de la volátil realidad virtual que de las posibilidades reales de la ciencia; si el concepto de familia, tal y como lo conocemos, puede llegar a expandirse tanto que no será descabellado el día en que nos presentemos ante un Gran Hermano orwelliano.
En definitiva, que el poder económico subsume diferentes formas de poder que son las que, en definitiva, terminan promoviendo el cambio social en este aspecto, la deshumanización. Pero no dramaticemos. La obra no agota este punto diatópico en el que ya no tengamos remedio, sino que trata de advertirnos sobre los peligros que nos pueden llevar al desastre económico. Porque del dinero no se vive, pero con él se vive, y hay toda una jauría de depredadores que aprovecharán nuestra ingenuidad para arrebatárnoslo en forma de creencia religiosa, amor o desastre humano. Todo sirve para acumular y acumular como un Tío Gilito o un David Ricardo exaltado.
El todopoderoso Shikaku (dios nipón del dinero), galardonado con el Premio Bungei en 2014, nos presenta una advertencia en forma de relato de personajes que nos recuerdan que poderoso caballero es don Dinero, y que a él y sólo a él, le debemos la pleitesía y obediencia que todos (y más cuanta mayor sea su tributo) codician.
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