Escritos sobre pintura, de Henri Michaux (Vaso Roto)  Traducción de Chantal Maillard | por Francisca Pageo

Henri Michaux | Escritos sobre pintura

Dicen que la traducción es otra forma de interpretar el texto. Es, también, que el traductor lo haga suyo. Y es, de este modo, como la ensayista, poeta y traductora Chantal Maillard crea un diálogo con Henri Michaux en este libro, uno de los artistas que más ahondaron en el alma humana durante la época de las vanguardias, a pesar de que él no se considerase vanguardista per se. De hecho, él no pasaría por las vanguardias, sino que las vanguardias pasarían por él.

Estamos ante escritos que no sólo hablan de la pintura, sino de la mente, de los sentidos, del alma, del espíritu y la verdad. Como dice Alain Jouffroy, para Michaux la verdad jamás era algo parecido a un fin, sino el agujero en el que el pensamiento debe sumergirse para tocar fondo. El autor opta por la pintura porque apenas se halla en la palabra. Busca y hurga en el infinito y en las formas, en el contenido y en los trazos, los cuales no son más que “un signo en movimiento”. Sus pinturas y textos no son más que pasajes mentales que bordean los límites de la conciencia, pero no la limitan, sino que la extienden. Michaux pinta tal como escribe, lo dice él. Parte de su escritura está estrechamente relacionada con la experimentación de sustancias alucinógenas, como la mezcalina y el hachís, a las que recurriría para poder vivenciar otras formas de conciencia. Con ello pretendía hallar un lenguaje mediador, una lengua-signo.

En el libro aparecen sus dibujos y les da un significado, que no es ni más ni menos que el de pensamientos fragmentarios. No es la pintura lo principal en este libro, sino lo inexpresable y el hilo sobre el cual se mueve toda la creación interna y externa que el hombre lleva consigo. Michaux pinta para no vivir condicionado, para expandir su conciencia, llevarla a otros terrenos que no muchos somos capaces de ver, percibir o asimilar. Pareciera que Michaux es capaz de hallar un todo a la vez, tanto con lo que escribe como con lo que pinta, tanto con lo que habla como con todo lo que expresa. Michaux habla de la caligrafia y el carácter chino. En ellos halla un medio, un canal sobre el que expresarse para poder dar rienda suelta a lo que en su interior bulle. Se encontrará estrechamente ligado a ello y ahondará como afán estudioso en ellas.

Chantal Maillard ha hecho un grandioso trabajo aquí. No sólo por haber sido capaz de traducir lo inexpresable, sino por habernos traído el pensamiento de Michaux de primera mano, sin ninguna necesidad de mediaciones ni posibles adivinanzas, ya que el trabajo de Michaux es una gran adivinanza en sí misma. Él, que sondea en la verdad, nos da signos, claves para verla, pero esta queda de algún modo velada. Queda en el misterio como todo gran arte.

Escritos sobre pintura es un libro enorme. Un libro en el que la enseñanza por la forma directa de ver la mente humana se destripa y desmenuza para dar paso a la expresión artística. Y no sólo ella. La expresión también es filosófica y ancestral, pues Michaux no se mueve sólo en lo contemporáneo, sino que es capaz de ir a lo primitivo y a la esencia misma de las cosas. Michaux habla con el signo, esa lengua predecesora al lenguaje hablado y escrito. El signo de lo que aún no se ha creado y todo está por hacer. El signo, la esencia de todo gran arte.

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