Historia del silencio, de Alain Corbin (Acantilado) Traducción de J. Bayod Brau | por Francisca Pageo

Alain Corbin | Historia del silencio

No estamos ante un ensayo cualquiera, estamos ante un ensayo sobre el silencio, lo que implica tener los labios sellados, queramos o no, en todas sus facetas. El silencio tiene un largo recorrido a través de la historia y la literatura y el arte y no estaba de más que alguien tan erudito como aquí lo ha sido Alain Corbin nos trajera este ensayo pequeñito pero con mucho fundamento.

Corbin recopila el silencio como algo que ha ocurrido desde siempre, de hecho, así es. Leyéndolo nos damos cuenta de que no hay un vacío, sino que el silencio se materializa, se hace presencia en el espacio. Hay hasta colores que lo definen, como diría Rodenbach: el gris es el color sensible del silencio. Asimismo, el silencio produce muchos significados según se use y según a qué simbolismo se atañe. El silencio perfecto se halla en la inmovilidad, pero también hallamos el silencio del desierto, el del mar, el del bosque. En muchas ocasiones callamos para ponernos en contacto con Dios, pues el silencio santifica, nos pone en contacto con nuestro ser más profundo. También callamos como acto social, un silencio que nos viene dado a aceptar las cosas como son, que también se hace para honrar a los otros, los que ya no están. El silencio en el arte también se ha recogido de muchas maneras, por ejemplo, tenemos el caso de Hopper, cuyas pinturas conocen la quietud. En el teatro, Juan Mayorga nos habla de él como una especie de silencio, un decir en lo que no se dice. En la música, John Cage nos sumerge en una pieza de 4min33seg. que consiste en escuchar el silencio, lo que se haya presente, y nada más. También Shakespeare nos habla de él a través de sus personajes en Hamlet.

Asimismo, necesitamos el silencio como necesitamos el aire. Alain Corbin recopila una sugerente cantidad de ejemplos para hacernos ver que el silencio es importante, que el silencio nos suscita y nos lleva a un modo de ser más profundo y beatificador. El silencio como herramienta, como material susceptible de aquello que de otra manera no podemos tener. Todos podemos callar, pero también hay que saber callar. Y estos ejemplos (algunos en esta reseña no salen en el libro, sino que he tenido que añadirlos porque me parecen indispensables para entender lo no dicho) nos ayudan a comprenderlo, a ser capaces de envolverlo con nuestras manos. Un silencio que surge para ser tocado. Quizá tengamos que callar más y hablar menos para escuchar mejor y sentir las cosas como son. Aquí es al revés de como dicen en la película La metamorfosis de los pájaros: hay que sentir las cosas conforme las vemos, pues cómo vemos el silencio si no es sintiéndolo.


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