En este pequeño librito editado por Acantilado, obra del prolífico escritor nacido en Ucrania pero nacionalizado polaco Adam Zagajewski, tenemos a la figura de Rainer Maria Rilke como protagonista principal. Un Rilke al que Zagajewski nos acerca de manera prístina y bella; también personal, pues Rilke es uno de los autores que más le han conmovido a lo largo de toda su trayectoria como escritor y lector.
Zagajewski compara a Rilke con Goethe en su grandeza y hace hincapié en la sincera modestia que mantendría a lo largo de su vida en lo que refiere a su obra. Pese a ser los dos, prácticamente, de los más grandes autores germánicos, Rilke llevaría consigo todo un aluvión de encuentros fortuitos con otros autores y otras formas de ver la vida. De este modo, la intensidad con la que este vivía es aquí retratada. Así, no se verán fuera los intensos viajes que Rilke emprendía por Europa en busca de inspiración y belleza para dar lo mejor en su escritura.
El autor polaco nos presenta las obras que Rilke nos dejaría en legado y es a través de ellas que Zagajewski reflexiona sobre el amor intenso por la literatura que el poeta llevaría a cuestas. Aquí se nos presenta a Rilke como a un artista puro, y es que así lo fue. Zagajewski comenta las distintas acepciones que los libros de Rilke presentarían ante el mundo, siento estas de lo más diversas y curiosas. Se ve también reflejada una biografía mínima pero esencial del poeta que nos servirá para comprenderlo tanto a él mismo como a su obra más completa. Se torna necesario y evidente ver cómo Zagajewski ha indagado en toda su obra y vida para darnos así una visión objetiva de la vida de Rainer Maria Rilke. El autor de esta edición no escatima en detalles y nos ofrece muchas particularidades de la vida del poeta.
Rilke impondrá una nueva mitología y forma de expresar los sentimientos, sensaciones, emociones y pensamientos, transformándose así en una figura clave de la edad moderna. Rilke vivía en su imaginación y en un mundo donde lo esencial era captar lo invisible para llevarlo a lo visible, como diría Klee. De hecho, con este último promulgaría en su pensamiento y su hacer, siendo una figura clave en la forma que Rilke sentía el mundo. Como ya se da en el trasfondo de casi toda poesía, y como podemos ver a lo largo de su trayectoria vital y profesional, el eje principal de Rilke sería la famosa acepción de Klee.
Zagajewski nos mete de lleno en sus poemas para hacernos ver la viveza y temas centrales de su obra. Las múltiples referencias de otros autores con los que Rilke se codearía influirían amigablemente en esta, su obra, llenándola de momentos de inspiración y vida espiritual. Rilke era un hombre inmensamente espiritual, que sacaría lo más bello de las cosas para pasarlas al papel. Influirían sus amores, como el de Lou Andreas Salomé, o el de su amistad con la princesa Maria von Thurn und Taxis en su escritura. Terriblemente. Así, esta sería una escritura pasional y llena de romanticimo idealista y platónico, como el propio Rilke sería.
Rilke era un hombre serio y leal, que dedicaría toda su vida a la escritura -ya sean cartas, poemas o novelas-, la cual hará mella en Zagajewski y en otras muchas personas, entre las que me incluyo. Estamos sin duda ante un libro esencial para comprender la obra de este autor de una manera genérica y particular, pues el modo que tiene Zagajewski de verlo es inevitable. El legado de Rilke se recoge aquí y se torna necesario volver a este librito para conocer su vida y obra.
«Así es Rilke: intemporal e indudable hijo de su propio tiempo histórico. Pero no inocente; sólo el silencio lo es, y Rilke todavía nos habla.»
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