Duelo de alfiles, de Vicente Valero (Periférica) | por Francisca Pageo
Todavía no había leído nada de Vicente Valero y era de menester que tarde o temprano cayera en su escritura biográfica. Una escritura que recorre su vida, de alguna manera, y que nos lleva a donde las palabras forman cosas, experiencias y hechos. Con Duelo de alfiles, Valero utiliza el ajedrez como metáfora y medio para hacernos llegar una vida llena de viajes, tanto interiores como exteriores, así como arrojar luz sobre los lugares en los que Kafka, Walter Benjamin, Rilke, Nietszche y Bertolt Brecht habitaron.
El libro es todo un mapamundi lleno de vasos comunicantes en los que los autores mencionados se entremezclan con los viajes por Europa que Vicente Valero hará. Utilizando el ajedrez, al que Valero es aficionado, nos movemos en el tablero como si la literatura fuera un viaje en sí misma. Valero viaja para buscar y encontrar, pero, ¿el qué? Casi podríamos pensar que lo que Valero planea encontrar es vida dentro de la vida y la literatura, vida donde aquellos escritores ya muertos yacieron y donde el lugar tiende a hablar por sí solo. Este Duelo de alfiles es un duelo entre la vida y la muerte en el que el autor no es más que un turista. Un turista que se atreve a ir más allá, a buscar donde otros lo hicieron para traernos la pasión, la entrega total a la escritura de los escritores de los que habla e incluso de él mismo.
El tablero de ajedrez es un mapamundi viejo y actual, y pareciera que los viajes de Valero son los movimientos de los peones, de la reina y la torre, del caballo y, por supuesto, de nuestra inquietud lectora. Porque nuestra inquietud lectora es lo que dota de vida a estos viajes. Queremos viajar con él, y viajamos. Queremos que nos cuente cosas, y nos las cuenta. Queremos experimentar lo que experimenta, y lo hacemos. Valero, de este modo, es todo un equilibrista de las palabras. Sabe medirlas, sabe contarlas, sabe con muy pocas de ellas transmitirnos todo lo que de verdad quiere transmitir; e incluso podemos percibir lo que yace bajo ellas, las palabras, para poder así encontrarnos en ellas, reconocernos en ellas y poder salir de ellas. Las palabras de Valero son concienzudas y dotan de poder a los viajes físicos y mentales que lleva a cabo. ¿Qué es la vida si no la nombramos? Podríamos pensar que la vida sólo hay que vivirla, pero cuando hablamos de ella y de ellas —esas vidas de escritores—, la vida toma un matiz diferente. Un matiz que envuelve las cosas con un intenso halo que nos hace querer vivir más y mejor, que nos hace pensar y concienciarnos de por qué hacemos lo que hacemos y a dónde y cómo hemos de llegar. Esa es la enseñanza de este libro. Aquí todo viaje viene marcado por una pregunta y una búsqueda, tanto de sí mismo como del mundo que le rodea.
Vicente Valero busca y encuentra y Duelo de alfiles es como un mapa del tesoro de la vieja y moderna Europa. Hay que leer este libro, hay que saborearlo y tener ganas de viajar con él. Seremos el acompañante incondicional de Valero y querremos ir con él cada vez que salga de su ciudad, cada vez que lo llamen para dar una conferencia o cada vez que quiera que nos encontremos con un escritor que ha sabido dar en su escritura lo que de verdad las palabras buscan.