La gravetat del lloc, de Israel Ariño (Ediciones Anómalas) | por Francisca Pageo
Israel Ariño estudió Bellas Artes y desde entonces ha desarrollado su formación como fotógrafo en diversas escuelas y talleres. Actualmente es editor en Ediciones Anómalas y lleva varios proyectos de fotografía, siendo así todo un referente en el ámbito de la fotografía no sólo en España, sino también internacionalmente.
Bajo este fotolibro, La gravetat del lloc, se aloja un proyecto oscuro y tenue, perspicaz y valioso, donde se explora el concepto de lugar como tema principal a través de la percepción que Ariño tiene de la realidad y en el que lo abstracto se vuelve el elemento dominante. El proyecto no habría sido creado si no fuera por la residencia de artista que el fotógrafo tuvo en Domaine de Kerguéhennec, en la Bretaña francesa.
La edición del libro lo hace frágil y a la vez especial, como si este proyecto nos mostrara la fragilidad y sensibilidad acorde a la mirada de Ariño. Esta se acentúa en lo natural, sin artificios ni puestas en escena, mostrándonos un mundo tenebroso pero bello y armonioso. Las fotografías desembocan en la elegancia que lo oscuro aporta, y nos muestra un mundo inspirador donde los humanos dialogan con la naturaleza y la hacen suya, haciéndose así un trinomio entre lo que Ariño ve, lo que en las fotos actúa y lo que en el lugar yace. La presentación de las fotografías se torna narrativa y casi podemos imaginar una historia tras el lugar que el autor fotografía. Una historia que, inconscientemente, cuenta como suya y que es suya, pues todo lo que se fotografía se vuelve parte de uno, parte de su existencia y parte de su mente, la cual es participativa aun sin quererlo.
El lugar es aquí una puerta a la espesura, una espesura que se vuelve fija e inamovible. Nos adentramos en ellas como los búhos lo hacen en la noche. Como un búho que sabe hacia dónde se dirige y lo que se nos oculta cuando algo no se muestra con la luz. Estamos ante una serie donde lo no material toma protagonismo. Una serie que abre paso al camino de la intuición y de lo imperceptible, y que se mueve entre la negrura y lo inconsciente. Sin embargo, hay ciertos destellos. Restos de lo humano que dotan a las fotografías de un atisbo del hombre. Un atisbo de lo que podemos aportar, de lo que podemos dotar de sentido (o no) en una imagen. Toda mirada es una consecuencia de los hechos y lugares que nos van conmoviendo, de los hechos y lugares que no queremos dejar que se nos escapen. Y este lugar, el lugar de la mirada de Ariño, se vuelve omnipresente conforme nos vamos metiendo más y más en el libro.
La gravetat del lloc es un proyecto que conmueve, que une el alma de la naturaleza con nuestra alma, que une la mirada del autor con nuestra mente, y que intensifica el sentido de la vista hasta dotarlo de vida hallada y de curiosidad por lo que acontece o podría acontecer en las fotografías. Porque no son fotografías llanas, sino profundas, llenas de sombra y que sin embargo se han creado gracias a la luz.
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