Nostalgia de otro mundo, de Ottessa Moshfegh (Alfaguara) Traducción de Inmaculada C. Perez Parra| por Francisca Pageo
Ottessa Moshfegh es una de las voces americanas del momento. Una joven promesa que con tan solo unos pocos libros ha ganado algún que otro premio importante y ya va a llevarse Mi año de descanso y relajación al cine de la mano de Yorgos Lanthimos –aunque esto hace tiempo que fue anunciado. Moshfegh ha sabido conquistar a un gran público, especialmente público de la generación millennial, de diversos países. Con Nostalgia de otro mundo nos encontramos ante un libro de relatos estupendos que nos retratan y nos hacen ver la cultura y vida americana sin mirar por encima, sino desde abajo, allá donde los personajes pareciesen personas reales que nos muestran sus más profundas e intensas vidas.
Estos son relatos de gente extraña, gente arrojada al mundo. Y qué mundo. Como con la novela gráfica Ghost World, de Daniel Clowes, hay una profunda nostalgia, un profundo anhelo en la gran mayoría de estos personajes. No solo por querer pertenecer al mundo, sino por pertenecer a algo que muy difícilmente que arraiga en él. Algún que otro psicoanalista verá aquí ecos a esa fase escatológica en la que muchos de nosotros diremos: ¿esto era necesario? Pero no importa, lo importante es que Ottessa Moshfegh lo escribe muy bien; y lo escribe tan bien que esas cosas que nos desagradan o disgustan no importan. Hay personajes ausentes, personajes con trastornos alimenticios, personajes con trastornos mentales. Y la autora lo detalla todo tan prístinamente que es capaz de traernos esos personajes al mundo real. Es, de hecho, personajes que podrían vivir perfectamente en esa parte de la américa capitalista. Son personajes que podemos ver en las películas y en las series y en los telediarios. Son situaciones que están ahí para que nos demos cuenta de lo que está pasando realmente. No son esto relatos fantásticos, sino del aquí y del ahora, que podrían estar ocurriendo en la casa de al lado. Es, quizá esto, lo que más me gusta de este libro. Y sobre todo su mundanidad, su presencia. La búsqueda por formar parte de una comunidad, pero no como una búsqueda del yo, como tanto se anhela aquí, sino como la que realmente queremos y debemos hacer, una búsqueda de la colectividad hacia algo que nos aferre entre las personas.
No quiero vender este libro ni tampoco recomendarlo porque sí, simplemente quiero hablar de él como un libro que emociona y saca partes de una misma (no con las que identificarse) con las que te exasperas, te enojas y gruñes. Dan ganas de zarandear a los personajes y crees que eso es bueno y que eso es lo que busca de alguna manera la autora. Es este un libro sobre la identidad y no sobre salir a su encuentro, sino sobre la identidad encontrada y que nos hace pensar en la manera en la que cada persona se proyecta hacia al y sobre el mundo. Cada personaje aquí se hace tan extraño que pienso en ellos como esas personas que no logran habitar del todo un lugar, como aquella Enid de Ghost World, que bien podría estar en este libro y ser un simple y complejo personaje más de estos relatos. Se me hace inevitable la comparación, qué le voy a hacer.
Nostalgia de otro mundo es la nostalgia por un mundo desconocido el cual nos han vendido en ese sueño americano. ¿Es el sueño americano algo que existe de verdad? Aquí, se queda en un mero sueño la mayor parte del tiempo, quizá, en algún fragmento, alguna parte de un relato, se encuentra la felicidad, pero todos sabemos que la felicidad es efímera, como el viento que sacude los árboles hasta dejarlos despojados de todo. Quedarán las ramas zarandeadas, los personajes que habremos zarandeado; tanto Ottessa Moshfegh como nosotros.