David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas, de Oriol Alonso Cano (Ediciones del Subsuelo) | por Francisca Pageo
David Cronenberg siempre quiso ser escritor, desde bien pequeño, desde que tenía 10 años. David Cronenberg no solo fue cineasta y guionista, también escribiría una novela (Consumed). De este modo, Oriol Alonso Cano nos propone un acercamiento a su obra, tanto visual como narrativa, desde un punto de vista referencial a otros escritores, a sus propias narrativas y a sus propios efectos sobre el arte visual al que tan hondo llegaría. No serán pocas las referencias aquí dadas, ni tampoco será muy explícito como en su obra visual podía serlo, aquí se esbozan las ideas, las paradojas e incluso las emociones que Cronenberg tendría a la hora de crear su cine o sus guiones.
Miremos hacia atrás, el autor de este libro nos cuenta la infancia de Cronenberg, nos cuenta cómo dejó la carrera de Química en la universidad para estudiar Lengua y literatura inglesas, cómo escribiría sus primeros guiones, sus primeros esbozos de su mundo imaginal. Influenciado por Burroughs, Nabokov o Kerouac, Cronenberg se adentraría en su cine de una manera nada explícita como pueda parecerlo, sino abordando temas como la complejidad del ser humano, la realidad, lo virtual, lo no-vivo y, sobre todo, lo otro. Lo que consideramos parte de un otro que en realidad pertenece a nosotros. Y es que la psicología en sus películas así como en la narrativa de éstas y la de su novela es profunda y llena de recovecos. Alonso Cano nos propone las narrativas de diversas de sus películas ––La zona muerta, Dead ringers, Crash, Cosmópolis, El almuerzo desnudo, Spider, etc.–– a través de las otras obras de las que habrían ecos, las cuales Cronenberg leería mientras las escribía. Es por ello que la influencia de la literatura en el cine de Cronenberg es densa y profunda, hay todo un espectro en el que podemos hallar referencias a ella e incluso al propio cine, desde la Nouvelle vague hasta al propio David Lynch.
Este libro se convierte así en un libro referencial para aprender de Cronenberg y su hacer narrativo, para enfocarnos en su imaginación, su torsión de la realidad y su virtuosismo. Cronenberg decía que escribir es un acto solitario en la que el individuo se ensimisma para advertir el abismo que hay en él. Está más que claro que él lo hizo, pues su obra no puede ser más personal, más clave para comprender una(s) época(s). Sin duda alguna, este director de cine no solo se quedaba en la forma visual, sino que tejía una narrativa la cual era trasladada a la imagen de una manera avasalladora y plena. Hace mucho tiempo que no veo sus películas, nunca leí su novela y leer a Oriol Alonso Cano me ha dado ganas de hacerlo. Sin duda el autor nos ha hecho ver el cine de Cronenberg de una manera nunca vista (al menos en España) en el ámbito visual, y es a través de la literatura y la escritura. Cronenberg tenía la pulsión de esta última, antes que la pulsión de ser cineasta, y eso es lo que le hace convivir con el mundo, la realidad y la muerte, tan presente en su obra.
Nos contagiamos así en este libro de todo el ímpetu e impulso que llevó a cabo David Cronenberg. Cómo se me pudo olvidar. Es un autor de los grandes, de esos que virtualizan el mundo y particularizan lo humano. Metámonos en sus narrativas, en su aspecto más imaginal posible, donde la carne se vuelven cables y la realidad solo es un instrumento más para cerciorarnos que estamos vivos y la creación es el hecho constatable de que el ser humano siempre busca más allá, vuelve a su aspecto más abisal posible al crear.