Anteriormente… Suzie y Jon descubren, un día, que llegados al orgasmo, el tiempo se detiene. No para ellos, sino para todos menos para ellos. No lo descubren juntos. Cada uno por su lado, a la vez que descubren sus sexualidad. Luego se encuentran y ya no se sienten tan especiales. Luego encuentran que incluso en esos momento de una libertada alcanzada gozosamente, no todo está permitido, y que como en todo, siempre hay aguafiestas. En ese instante, las ilusiones encontradas, se pierden. Los problemas siguen ahí. Y el tiempo, una vez detenido, vuelve a ponerse en marcha, implacable. En la primera portada de la edición de Astiberri estaban ellos dos, entregados a un beso apasionado. En rojo. En la segunda portada de la edición de Astiberri están ellos dos, juntos pero separados por una distancia imposible de medir. En azul. Ese azul triste, ni tan siquiera melancólico. Y entonces, leemos. Y sí, todo es así. La pasión ha dejado sitio a las dudas, las preguntas. Todo es ayer, escribía Ionesco en El rey se muere. Incluso hoy es ayer.
Los caminos se separan, las historias se bifurcan. La tensión sigue ahí. No la erótica, sino más bien esa tensión de vivir con lo conocido bajo la sombra de lo desconocido. Sin dinero, Suzie se enfrenta al problema de ese lugar donde vivir que es más que un lugar, algo que no puede perder a riesgo de perder algo más de ella. Sin Suzie, Jon se enfrente al descubrimiento de la ley y el orden en aquel instante que creía liberado de moralidades. No dejan verse, pero eso es una anécdota más. No es tan fácil. Si aquella primera entrega estaba escrita bajo el signo de la felicidad, la facilidad, el erotismo y unas ganas de vivir, ahora todo es menos. Preguntas, existencia, miradas huidizas. El enigma de ese instante de tiempos suspendido se agranda. Hacia ese agujero creado en la superficie, se deslizan todos.
El descubrimiento esencial de la primera parte (no estamos solos) se confirma. Las historias se multiplican, como los personajes. Sex Criminals viaja al pasado. El pasado viaja al presente. Presente y pasado se encuentran, nuevas relaciones, nuevas tensiones, nuevas maneras de interrogarse. En especial Ana, y su descubrimiento de la sexualidad, desde la nada al todo, si es que podemos hablar de un todo. Qué contar, para no desvelar nada… Matt Faction y Chip Zdarsky ganaron los premios Eisner y Harvey con ella. En este segundo volumen, se incluye una entrevista con ellos. Ellos y el sexo. El sexo y el cómic. Su trabajo es admirable y, curiosamente, leyéndoles no alcanza para acercarnos a la complejidad que va adquiriendo su obra, ahora convertida en una reflexión casi generacional. Los criminales del sexo siguen ahí. La policía del sexo, también. Y nosotros. Y aún queda, felizmente. Continuará.
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