Ternura y derrota, de Luna Miguel (La Bella Varsovia) | por Francisca Pageo

Luna Miguel | Ternura y derrota

Mi palabra de seguridad es ternura, así empieza este libro de Luna Miguel. Un libro a medio camino entre el teatro, el ensayo y la poesía que nos adentra en el mundo de una mujer que, como las mujeres de Marguerite Duras, se hallan mayormente solas entre los pesares y los deseos. La obra se estrenó  en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y es una respuesta a la Numancia de Miguel de Cervantes.

Ternura está cansada y escribe desde su cama. Escribe cartas al aire, cartas que no sabemos a quién van dirigidas, quizás al amante, a ese ser que nos engulle cuando nosotros más lo deseamos. Luna Miguel habla de lo tierno, que es otra cosa, un organismo vivo, propenso al llanto, blandito, amable, dice. Me pregunto si todas estas palabras pueden beberse así como las materializamos al leerlas. Es este un libro propenso a la complacencia del deseo,  de lo que tenemos dentro y no hallamos. La autora escribe como si mirara un cuenco medio lleno, no sabemos si lo que mira ahí ya ha sido engullido, pero sí sabemos que beber ese agua es escuchar el cuerpo. Porque este libro habla sobre él.  Un cuerpo que engulle y es engullido a la vez. Ternura y derrotismo. Como dice ella, la poesía como extensión del arte del gesto. Es esta una escritura sobre lo que duele, sobre lo que nos hace ser sintientes. Nos estremece al leerla porque Ternura es ella y somos nosotros. Nosotros que vemos, que objetualizamos, que nos obcecamos en recubrir las derrotas con esos deseos autocomplacientes hacia la vida.

Ama lo que se te escapa, ama a aquel que se va. Ama que se vaya, escribe Luna Miguel. Porque amar, ya es haberse ido. Como decía Marina Tsvietaieva: Si lo amas, deja que se vaya. Amamos, así, lo que ya no está con nosotros. He ahí la ternura y he ahí la derrota. Yo amo las palabras porque una vez que las escribo ya no están conmigo, y pienso que para Luna Miguel es más de lo mismo. Porque dejarlas ir, dejarlas marchar, es dejar que las palabras vuelvan a su lugar. Hay quien encuentra en las palabras un atisbo de lo que hemos sido, pero yo pienso que en ellas también está lo que podemos ser, y Ternura, la mujer protagonista, sabe hacérnoslo ver muy bien. La claridad lo enrarece todo, escribe la autora. Y así estamos ante un libro raro porque las palabras son claras y son firmes y nos desnudan como se derrota ante una catástrofe.

Es la primera vez que leo un libro de Luna Miguel, y ya presiento que no será el último,  pues sabe dar a las palabras el suficiente peso para que no se caigan. Es un libro de equilibrismos, que báscula entre la densidad y la levedad, entre el conocimiento y el poder y el amor. Un libro sobre lo que implica la ternura. En todo su esplendor.


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