Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores, edición y traducción de Ibon Zubiaur (Errata naturae) | por Juan Jiménez García
Entre todos aquellos países misteriosos, escondidos tras un muro o tras un punto geográfico, el Este, sin duda uno de los más misteriosos (o eso nos parece) fue la República Democrática Alemana. Primero porque ni tan siquiera parecía ser un país, sino la mitad de otra cosa, sin que nadie acabara de creerse esa división. Antes que nadie, ellos mismos. No había escritores democrático alemanes (demasiado complicado de pronunciar), solo alemanes. Así, su historia solo pudo ser gris, y ni tan siquiera cuando los tanques soviéticos entraron allí para reprimir las revueltas, quince años antes de que lo hicieran en Checoslovaquia, se despertó mucha atención por ellos. Eran, quizás como aquel personaje de Italo Calvino, el país inexistente.
Pero existía. Vaya que si existía. Y entre todo lo que existía, estaban sus escritores, que fueron muchos. Muchos porque al régimen le dio por fomentar la escritura y la lectura. La escritura tal como ellos la veían y la lectura de los que ellos querían, claro. Y precisamente de eso va Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores, que ahora edita Errata naturae, en una edición (y traducción) a cargo de Ibon Zubiaur. Una cuidada y muy acertada selección de un buen puñado de aquellos héroes de su tiempo (que podían pasar fácilmente al papel de villanos).
Hay que decir que las autoridades de la Alemania Oriental tenían un plan: Bitterfeld. El arte, por supuesto, debía servir a los intereses del pueblo, es decir, del Partido. Para ello, el pueblo debía acceder al arte. No solo consumirlo, sino crearlo. Cualquier campesino, obrero, en fin, eso, cualquiera, debía poder qué se yo, escribir, publicar libros. Y del mismo modo, los escritores debían conocer de primera mano el trabajo de la clase trabajadora, ser ellos mismos clase trabajadora (lo que les llevaba a pasar largas temporadas disfrutando del trabajo manual productivo en fábricas o dónde fuera conveniente). Ante tal confluencia de intereses, es innecesario señalar que la literatura se pobló de obras que trataban la dura vida del hombre trabajador, del mismo modo que en el realismo socialista lo real eran obreros exaltados avanzando hacia un futuro radiante, sin clases ni ataduras. Pero sí, clases había. Estaba el Partido y sus tentáculos infinitos, y luego el resto.
Y con todo esto, ¿se puede escribir? ¿Dónde queda la escritura? ¿Qué es escribir? ¿Y el oficio de escribir? Y eso es seguramente lo que busca responder, con acierto, la recopilación de textos de Ibon Zubiaur. A través de sus páginas desfila buena parte de lo más interesante del mundo literario de esa otra Alemania, en su inmensa mayoría inéditos en nuestro país. Quince escritores que vivieron experiencias muy diferentes, contrapuestas incluso, pero en los que a través de esos fragmentos de diarios, relatos, novelas, ensayos, podemos reconstruir una cierta idea de aquellos años, un cierto mapa de sus esperanzas y temores, de sus miedos (que eran muchos), de sus decepciones, de sus cabezazos contra el muro.
Así vamos desde Stephan Hermlin, un hombre sintonizado con su tiempo, viejo servidor fiel, hasta Jurek Becker y su discurso sobre la reunificación alemana, un discurso sobre la identidad, un tema muy de moda cuando todo acabó. Y entre medias irán desfilando las vidas de esos obreros de la escritura que aspiraban seguramente a ser algo más, aunque nadie quería más de ellos. Es más: lo exigían. Todo entre discusiones colectivas, persecuciones individuales, exilios forzados, solidaridad o incomprensión de los otros alemanes (los occidentales), en fin, el amargo día a día, en el que de poco servían las tiradas increíbles de sus libros, devorados por lectores que veían en ellos el único modo de encontrar algo, vete a saber qué. Quizás un poco de realismo. Del otro.
Entre medias, gente tan interesante como Irmtraud Morgner, Günter Kurnert (del que se publicó en España un libro de relatos), Günter de Bruyn o Brigitte Reimann. Desde ya echamos en falta poder tener acceso a más libros suyos. Al otro lado del muro es un libro imprescindible para conocer la Alemania de aquella época pero también para conocer las derivas de aquellos escritores del Este entregados a una vida difícil, quizás imposible, en la que valían en la medida que eran capaces de sintonizar con las directrices del momento. Tiempos terribles.