Balada de los esqueletos, de Allen Ginsberg (La Bella Varsovia) Traducción de Andrés Neuman | por Francisca Pageo
Traducido por Andrés Neuman, este librito de Allen Ginsberg que nos trae La Bella Varsovia nos hace reír irónicamente y nos hace trastabillar. Todo es un baile, un dijo, un corre corre que te pillo.
Ginsberg absorbe la cultura mexicana y la hace suya con esta balada, estos versos que quieren cogernos por los pies y colgarnos boca abajo. Como el loco de la carta del tarot.
La poesía de Ginsberg es cruda pero también fresca, es un poco terrible (en su buen término) pero también humildemente política. El autor se pone en faldas, se convierte en madre de unos esqueletos que bailan y cantan, así como los dibujos que son mostrados. Ellos, los dibujos, dialogan con los versos, con estos poemas que quieren salir del libro, que piden a gritos que los arranquemos de la página y hagamos con ellos esqueletos de papel. ¿Podría hacerse? Pienso en la levedad de este poemario. Se podría decir que en su pequeñez se convierte en una pequeña joya de orfebrería, la cual vamos leyendo y deleitándonos poco a poco en su advertencia nada sana sobre la sociedad que nos presenta Gisnberg. Y es que, con ese toque ácido, el autor la desgrana. Saca a relucir la sociedad de su tiempo, los prejuicios que habitan en ella, el tesón y la casquería que los esqueletos han echado de su cuerpo.
Estos esqueletos que bailan nos hacen bailar a nosotros, pero es que los esqueletos no paran de decir cosas. Son, más que una balada, unos esqueletos parlanchines y además son muy graciosos, si así queremos verlos. Se puede buscar en ellos una señal de lo mal que anda el mundo, asimismo la muerte es algo que hemos de tener siempre presente, y por eso están inspirados en la festividad mexicana del Día de los muertos. Utiliza los esqueletos como podría utilizar cualquier otras palabras, pero son ellos los protagonistas, los que cobran vida. Los esqueletos hablan por por ellos y para ellos. Son ellos la sociedad en la que vivimos, son ellos los que viven pese a estar muertos, aquí están vivitos y coleando.
Dijo el esqueleto de los medios:
Te digo la verdad.
Y dijo el esqueleto teleadicto:
A mí que más me da.
***
Dijo el esqueleto Nancy Reagan:
No a las drogas.
Y dijo el esqueleto rastafari:
¡Sopla, Nancy, te ahogas!
***
Dijo el esqueleto del espejo:
¿Quién es el más bonito?
Y dijo el esqueleto de la silla eléctrica:
¿Qué es ese olor a frito?