El gran reloj, de Kenneth Fearing (RBA) | por Juan Jiménez García
Hay autores que pasaron por la historia sin hacer mucho ruido. Autores que tuvieron su momento, algunos instantes, y luego ya está. Kenneth Fearing debió de ser algo así. Considerado el poeta más importante de la Depresión americana, hoy seguramente nadie se acordaría de él excepto porque se le ocurrió dejar, entre las pocas cosas que dejó, una novela negra. Una increíble novela negra: El gran reloj.
No es que fuera su única novela negra, dentro de la obra de un poeta. Tampoco es que fuera un escritor especialmente adicto a ella, aunque la frecuentase (cinco sobre ocho en dos décadas). Lo cierto es que el gran reloj que mueve el mundo debió de llevarle hasta ella, como si siempre le hubiera estado esperando. A él, porque sus lectores tardaron sus buenos cuarenta años en reconocerla.
Georges Stroud es un reputado editor de una revista criminológica de nombre Crimeways. Forma parte de un importante y variado imperio de revistas: Empresas Janoth, dirigida por Earl Janoth. La vida de Stroud es más o menos sencilla. Tiene una mujer, Georgette, y una hija, Giorgia. Le gusta beber y, no muchos años atrás, correr detrás de las mujeres. También le gustan los cuadros de una pintora no muy reconocida, Louise Patterson. Todo esto podría parecer muy banal, pero lo que verdaderamente nos quiere mostrar Fearing es que nada es banal cuando esos mecanismos que mueven el mundo se ponen en marcha. Así, un día, se cruza con la amante del señor Janoth, la irresistible Pauline Delos. Algunas casualidades más tarde, los dos entablan una relación fugaz, pero la cosa se complicará. Mucho.
Fearing fue un escritor proletario. Es decir, de tendencias izquierdistas. Pasada la guerra, no era lo mejor que te podía pasar, lo cual lo llevó a los tribunales. A la pregunta de si era comunista respondió: “Todavía no”. Su poesía estaba construida sobre ello, y sus novelas, tal vez. El gran reloj es, entre todo y desde luego, una crítica a una sociedad mercantil sin muchos escrúpulos, pero sobre todo es la expresión de una filosofía bastante actual. Su protagonista piensa que hay un gran reloj que rige nuestras vidas, que marca nuestro tiempo. En su caso, un tiempo plácido que deja de serlo para hacer avanzar las agujas desbocadamente, en una persecución implacable… de sí mismo.
Ya en su primera novela, The hospital, Fearing utilizaría un método para llevar la narración muy particular, también empleado aquí: cada capítulo está contado en primera persona y desde el punto de vista de uno de los protagonistas de la historia. Así, ese punto de vista va variando según las necesidades de la trama, y nosotros vamos pasando de un lugar a otro, como testigos omnipresentes de todo lo que acontece. Algo que se hace especialmente intenso en la segunda mitad de la novela, para ofrecernos una narración trepidante de una caza al hombre.
Pese a su enorme calidad, El gran reloj es una de esas novelas que pueden pasar perfectamente desapercibidas. Acostumbrados a autores con decenas de novelas negras a sus espaldas, que esto haya sido lo único que nos haya llegado de este hombre la convierte en una especie de botella a la deriva, a la espera de que alguien la encuentre. La recompensa es importante. Para algunos (siempre hay “algunos”) una de las mejores novelas negras de todo los tiempos. Puede ser. Quién sabe.
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