Diarios 1908-1943, de Käthe Kollwitz (Hermida Editores) Traducción de José Rafael Hernández Arias | por Francisca Pageo

Käthe Kollwitz | Diarios 1908-1943

Käthe Kollwitz fue una de las artistas expresionistas alemanas más reputadas del S.XX. Su vida y su obra irían de la mano, y se vería totalmente influenciada por el movimiento político y bélico que vivió Alemania, desde la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda. Ella, declarada pacifista, antibélica,
amante de la cultura y con un profundo sentimiento espiritual por la vida, por su entorno y por su familia, abanderaría uno de los movimientos artísticos más impactantes y de gran relevancia de las vanguardias.

Con sus diarios, nos metemos de lleno en su vida personal, su vida artística y su vida más familiar. Así, encontramos a una artista que utilizará el diarismo como una forma de afrontar la vida, de afrontar los acontecimientos que le sobrevendrán y que ni siquiera podrá prevenir. Acontecimientos en los que la enfermedad lo ocupará todo, en los que las muertes de sus más allegados le pondrán con la atención más plena y en los que las guerras y sucesos políticos figurarán como telón de fondo, afectando a su carrera artística y disminuyendo sus sentimientos más optimistas; pero no nos equivoquemos, pese a todo ello, Käthe Kollwitz logrará encontrar algo de paz en lo espiritual, en Dios, en su fe. Obcecada, pese a todo el sufrimiento que llevará consigo, en lograr apreciar los momentos más divinos, en estar en comunión con una total y absoluta paz. Y por supuesto, como una artista total, estará totalmente volcada en la cultura de su tiempo y sabrá ver y apreciar la música, el teatro y la literatura.

La que escribe esta reseña también escribe en su diario, también se dedica al arte, tiene una profunda espiritualidad en la que intenta mantenerse y también ama la cultura; y ha sido imposible no sentirse identificarse con sus pensamientos, sus sentimientos, básicamente con casi todo lo que la artista expone en sus diarios. Son unos diarios llenos de tensión por la vida y tensión por lo que su persona es capaz de llevar a cabo. Pese a todo lo malo que le pasará, pero también pese a la increíble bondad que Kollwitz dará por los seres que más quiere y por la humanidad, su arte será totalmente social, totalmente expresivo y persuasivo y totalmente capaz de darnos y reflejar los aspectos más bajos de la sociedad, o mejor dicho sociedades, que Kollwitz vivirá.

Estos diarios, que abarcan 35 años y en los que los días se esparcen y se esparcen hasta no ser un relato continuado, recorren la vida de una artista que dará todo por lo que cree y lo que siente. Son diarios a los que Kollwitz vuelve para sobrellevar sus dolencias, tanto físicas como mentales y morales. Vemos a una artista que sobre todo y ante todo fue persona, una persona dotada de una profunda honestidad y humildad, que no quería alcanzar la fama sino ser fiel a lo que quería expresar, que no buscaba el apremio sino que vieran en sus pinturas, grabados y esculturas reflejos de lo que el alma humana tiene y lleva consigo. Sus diarios son, asimismo, el puro reflejo de lo que su arte es. Son diarios que reflejan puramente la sociedad en la que vivió.

Abordemos la escritura de Käthe Kollwitz, abracemos sus sentimientos y pensamientos, de esta manera lograremos apreciar el último fin de la vida: vivirla todo lo posible y como mejor podamos, pese a lo malo, pese a todo.


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