La repetición, de Ivica Djikić (Sajalín) Traducción de Maja Drnda y Christian Martí | por Juan Jiménez García
Las guerras no acaban nunca. Lo público se convierte en algo privado, las razones de estado en un montón de recuerdos personales, las batallas en un puñado de rencores largamente alimentados, material de conveniencia para cualquier tiempo. Las heridas no se cierran y ni tan siquiera es ya una cuestión de generaciones. Están ahí, siempre presentes. La guerras de los Balcanes fueron la demostración de algo o de muchas cosas. Una de las primeras (y tristes demostraciones) que estos últimos (y largos tiempos) nos han dado sobre esas convivencias ficticias por las que nos pensábamos que todos se llevaban bien hasta que nos encontramos con que todos habían deseado matarse desde siempre. Los pedazos de esa Yugoslavia devastada, la carne abierta de esos países desmembrados, nos enseñaron algo que seguramente no hemos aprendido. Y buena parte de todo esto sigue ahí, en el corazón de esta Europa agotada.
Como a menudo ocurre, otros conflictos nos distrajeron y lo moderno envejeció, y ahora tenemos otras cosas en las que pensar. Los filósofos franceses se arrojan a otras trincheras y eligen otros actores para sus fotografías y sus textos dominicales. Pero allí, entre las piezas de aquel juguete roto, no es tan fácil olvidar. El cine, la literatura, siguen ahí, como un testimonio presente de que ni se fueron las víctimas ni los verdugos, y que, en su momento, fueron una de esas dos cosas o incluso las dos cosas a la vez. La repetición, de Ivica Djikić (autor cuya obra está publicando Sajalín), es una pequeña pieza de cámara para escenario rodeado de nieve, fantasmas y muertos.
Dijana Lovrić es una editora croata que ya lleva un par de años con un libro sobre el monasterio de Rama-Sćit, en Bosnia-Herzegovina. Desde Zagreb se dirige hacia allá, pero la nieve le impide seguir su camino y el azar la lleva hasta Duvno, lugar en el que vive la familia de su pareja, Marko. Allí están su hermana, su madre, el abuelo y la hermana de este. Y los fantasmas. También la muerte. La hermana, Anka, se dedica a llevar flores por encargo a las tumbas. Hasta que recibe el encargo de llevarlas a un lugar donde no hay ninguna tumba. El padre desapareció un día, y desaparecer, en ciertos lugares, en ciertos momentos, es huir. Todos parecen tener algo que contar pero nadie dirá mucho. También Dijana, que vive en un estado de incertidumbre.
Marko, por su parte, ha dejado su puesto de periodista para ser un simple ayudante de cocina. En realidad es una huida como otra cualquiera o un lugar donde esconderse de sí mismo y de sus dudas. De sus dudas con las mujeres y de una vida tan invernal como esa estación que atraviesa lentamente, día tras día. Para él también será una noche larga. Una más en una vida rodeada de misterios y de cosas por decir. Sin el valor necesario para escapar o para permanecer todo es una cuestión de dudas, de preguntas que se repiten.
Ivica Djikić escribe un hermoso libro sobre un tiempo que se ha detenido para todos, incapaz de desprenderse del pasado. Un espacio entre las sombras, entre lo intuido y la incerteza, que en ese lugar es todo: un paisaje, una manera de estar y el íntimo temor de algo.
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