Vértigo, de Joanna Walsh (Periférica) Traducción de Vanesa García Cazorla | por Francisca Pageo
Joanna Walsh ya es toda una referente en el país de origen, Inglaterra, debido a la multitud de colaboraciones que ha tenido con Granta, The Guardian o The London Review of books, así como de otros libros suyos que se han publicado allí. No es de extrañar que Periférica se animase a traducir Vértigo, su último libro. Una obra llena de relatos que se degusta de a poco y deja muy buen sabor de boca debido a la enorme vitalidad que desprenden.
Estamos ante unos cuentos cuyo motivo principal es la importancia de lo cotidiano y ello es lo que harán que estas historias que son muchas y en realidad solo una, sean de especial interés. Son impresiones de vida, miradas sobre lo que vivenciamos y experimentamos, o, más bien, lo que Joanna Walsh vivencia y experimenta, pese a ser puramente ficción. O quién sabe, quizás no. La vida tiene un idioma propio y Joanna Walsh lo habla. Veremos a la mujer como madre, como hija, como esposa y amante… A partir de ellas concederemos su experiencia a la nuestra. Rescataremos aquellas sensaciones posibles de sus diferentes vidas, que no son ni más ni menos que una vida cualquiera. Vidas que podemos ver en nuestro ámbito de la realidad.
Aquí la ficción es un puro espejo de lo que el mundo es a vista humana. «Miras tus pies en el extremo de la bañera. Todavía están bastante carnosos y rosados. Estás esperando el día en que unas venas azules sobresalgan de ellos, cuando una protuberancia amarilla desvíe la articulación del dedo gordo del pie. En ese momento habrás acabado siendo lo que siempre has querido ser: vieja. Lo demás, esa tersa carnosidad, es un embuste, una mera espera.» Estamos ante palabras que describen la realidad, la deshilachan y desmenuzan para dar cabida a escenas puramente visuales que podemos encontrar en la memoria, en el recuerdo de las cosas que ya se hicieron o están por venir; incluso, en las que están sucediendo aquí y ahora en otra parte del mundo o, quizá, en el piso que tenemos al lado.
Cada historia es diferente, pero cada historia se entremezcla con otra. Todas son un atisbo de experiencia, un atisbo de vida, de aliento ante el mundo y por el mundo. Será en el último párrafo de la historia final donde encontraremos la conclusión del libro que pareciera no tenerla debido a la multitud de hechos dispares que hallamos en ella. Pero ahí tenemos el hilo conductor: Joanna Walsh ha buceado en el interior de su cabeza para experimentar también en ella la vida. Porque la vida no es sólo lo que sucede ahí fuera, sino también aquí dentro. Dentro de nosotros guardamos esos momentos que hacen la vida más sencilla y más intensa. Nadar a la misma velocidad que ese mar llamado experiencia, tanto a contracorriente para superar obstáculos como buceando apaciblemente por ella. Al fin y al cabo, siempre nos estamos moviendo y algunas situaciones hacen que nuestros pensamientos y sentimientos no sean más que cadenas entre nosotros y los hechos. Esas cadenas son el hálito que nos llevan a existir, a comulgar con lo que tenemos ahí fuera, a sacar adelante todo lo que contenemos en nosotros.
Leamos Vértigo. Hagamos del mundo otro sitio más que habitar, en el que experimentar, en el que existir para hacer y deshacer. Vértigo no es sólo esa mirada al abismo, sino también una mirada hacia lo que nos rodea, hacia lo que está ahí esperando a que lo encontremos.
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