Aforismos del no mundo, de Juan Eduardo Cirlot (Renacimiento) | por Francisca Pageo
Juan Eduardo Cirlot abarcaba los mil géneros de la escritura. Escribía diccionarios de simbología, textos críticos sobre historia y arte, narrativa, poesía, artículos literarios, transcripciones de sueños…; por lo que se hace lógico que, cómo no, también escribiese sus pensamientos. De este modo, Editorial Renacimiento los recoge en una pequeña edición en su colección A la mínima. En ella se reúnen las dos colecciones que Cirlot escribiría: Ontología y Del no mundo, las cuales ya se incluirían en ediciones de otras editoriales que completarían su obra.
Lo más importante de todo es que Cirlot vería en la palabra algo como un temblor antes que algo por lo que transmitir belleza. Temblor en el sentido en el que la palabra puede crearlo. La palabra para Cirlot es como un terremoto, algo que no esperamos y que de repente va creando réplicas y réplicas de otras palabras que a su vez mueven el mundo y lo tambalean. No podría explicar mejor lo que Cirlot hace y puede hacer. O, mejor dicho, que ha hecho.
Estos aforismos recogen tintes filosóficos y abordan la mente del ser humano, siendo este el eje principal que Cirlot muestra. Y es que, ante lo que hallamos en este pequeño librito, reside la gran pregunta que todo gran filósofo se ha hecho: ¿qué es el ser? Para Aristóteles el ser es una sustancia compuesta de materia y forma, las cuales están unidas inseparablemente. Para Platón el ser es una idea, la cual es inmaterial e inmutable. Para Heidegger sería uno de los mayores errores de la historia. Y podría seguir, abarcando lo que es el ser para otros filósofos, pero es Cirlot de quien hablamos y es en Cirlot donde encontraremos la respuesta. La respuesta de lo que es el ser para Cirlot. Una respuesta que nos va proponiendo, poco a poco, con sus pensamientos; que, desde mi punto de vista, se podría definir como conocimiento. Para el autor el conocimiento abarca lo que el ser es, lo que busca, lo que tiene para recibir y para dar. En él existen todas las cosas.
Los aforismos de Cirlot son toda una declaración de intenciones. Se hace concisa la enorme intelectualidad que el autor tiene y cómo de erudito y profundo, hasta tal punto de no entenderle si no sabemos un poco de filosofía, sería a la hora de expresar sus pensamientos. Todos ellos serían filosóficos y pareciera que forman un tratado y un manifiesto personal de lo le interesa o le conmueve. El aura mística y sagrada que siempre ha rodeado a Cirlot aquí se vuelve más austera y seria. Él habla de sí mismo siendo consciente de lo que implica expresarse, escribir, dar de sí mismo lo que estamos destinados a decir.
Qué duda cabe que estamos ante un libro necesario si queremos buscar lo que sucede por la mente del autor. Se hace casi tan necesario como sus libros de símbolos, su poesía y sus ensayos. Se hace tan necesario como la búsqueda que cada uno de nosotros tenemos sobre el conocimiento de las cosas y de la mente y alma humanas. Busquemos en Cirlot lo que se nos hace difícil preguntarnos. Hallaremos algo. No sé muy bien el qué exactamente, pero lo hallaremos.
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Me gustaría preguntar una cosa. Veo que en último mes has leído 17 libros, lo que sale a una media de dos al día. Entonces, los libros que indicas son leídos totalmente o leídos y abandonados, leídos hasta la página 30 y dejados porque son un tostón. Porque ya en sí, por ejemplo este mes, En la ciudad líquida conlleva una lectura de mínimo 3 días dedicándole 8 horas diarias, que es muchísimo hasta para un crítico profesional.
Besos y abrazos.
Hola Elvira. Nunca dejo libros a medias y todos son leídos totalmente. Pero algunos son fotolibros, lo que no es una lectura larga y otros son de poesía, que suelen ser cortos y que tiendo a leer del tirón. En la ciudad líquida me duró dos días y no llegué a las 5-6 horas en su lectura. No sé de dónde has sacado eso de las 8 horas diarias durante 3 dias. También es verdad que tengo facilidad para leer rápido. No sé si esto responde a tu duda.
Un abrazo.