Una persona seria
Ella venía de un escenario de Broadway. Estaba obsesionada con el arte. Quería expresarse a cualquier precio. La Paramount contrató a Frances Farmer, la «nueva Garbo», en 1935, después de que ganará un concruso de belleza de una revista ilustrada. Un contrato por siete años. La Paramount se la prestó a la Metro Goldwyn Mayer. Ella soñaba con aparecer en obras de Chéjov. Fue convocada para The Son of the Fury con Tyrone Power, The Toast of New York, con Cary Grant, Amont the Living con Albert Dekker. No le fue requerido nada de lo que ella sentía. Dijo sobre Hollywood: «Odio todo en esta ciudad, menos el dinero». Se ganó la enemistad del magnate Zukor.
En 1942 comenzó su serie de dificultades, con un «incidente banal». La noche del 19 de octubre de 1942 fue encarcelada en Santa Mónica por una falta de tránsito. Conducir con las luces altas en una zona donde lo prescripto eran las luces bajas. En la Pacific Coast Highway. No tenía su licencia de conducir. Se sospechó consumo de alcohol. Malhumorada, insultó al policía.
Se decía que un peluquero del estudio le había quitado varios dientes de un golpe. Durante una pelea en un club nocturno perdió el suéter; no llevaba nada abajo. El juez la condenó a ciento ochenta días de libertad condicional. Ella no se presentó ante el agente judicial. Fue arrestada en el Hotel Knickerbocker.
Cuando fueron a arretarla, no le abrió la puerta a la policía, por lo que debieron forzarla; los agentes tiraron abajo la puerta del cuarto de baño, arrastraron a la mujer desnuda por el vestíbulo del Hotel Knickerbocker; en la comisaría declaró que su profesión era «chupapijas».
Se dijo que le había arrojado el tintero al juez. Poco después estaba internada en el manicomio Steilacoom. Nunca más volvió a la profesión de actriz. Pero no era apta para una existencia normal fuera de esa profesión. Tenía un enorme potencial expresivo. El temperamento artístico, dijo su abogado, es un «pájaro rebelde».
Alexander Kluge, 120 historias del cine. Caja negra, 2010.