Incertidumbre, de Paco Inclán (Jekyll & Jill) | por Juan Francisco Gordo López
Leí Incertidumbre, de Paco Inclán, en una semana en la que estuve desplazándome por motivo laborales entre diversos pueblos y algunas capitales de provincias tanto extremeñas como castellanoleonesas, esa zona rural en la que si trazásemos un mapa para ubicar la personalidad de sus oriundos no sería muy diferente del que saldría de hacerlo con otras provincias de escasa población, pero con sus peculiaridades a medio camino entre lo brutal y lo increíblemente civilizado.
Este pequeño dato, con cualquier otra obra reciente, tal vez hubiera sido gratuito o carente de relevancia alguna, pero con este título magníficamente editado por Jekill & Jill (como nos tienen acostumbrados, por otra parte), el lector forma parte íntegra del contenido del libro, tanto por el lugar concreto en el que lo lee como por aquel en el que por fin lo asimila.
Y es que no es fácil digerir las narraciones de Paco Inclán, geolocalizadas en un mapa de la complejidad de las teorías filosóficas contemporáneas o, dejándonos de tecnicismos, tan sencillamente verosímiles que en ocasiones nos vemos incapaces de evitar pensar si la realidad escapa por entero a la narración o si es ficción disfrazada de veracidad.
La edición en tapa dura, un formato que en muchos lugares huele a rancio o a librería de viejo, en este libro aporta el toque final para introducirse de lleno en la lectura, no de unos relatos, narraciones, crónicas o como el lector las quiera inútilmente denominar, sino de mapa conceptual de la imbricación entre medios de difusión, conceptos académicos y la más genuina sensación de estar uno hablando con el anciano del pueblo vecino que pasa las tardes sentado a la puerta de su casa rumiando una brizna de algo mientras nos observa pasar con ojo desconfiado.
No creo, y lo lamento mucho, que haya posibilidad de describir las sensaciones que Incertidumbre me ha transmitido de mejor forma. Y es que el conjunto es una espectacular propuesta que marea y seduce por igual.
Las disputas irlandesas que recuerdan a los relatos barriobajeros de Welsh, un club de cruising esporádico que podría aceptarnos en el candor de la noche ibicenca o el brazo de san Vicente que a nadie le importa son algunas de las relampagueantes historias que, se lean desde donde se lean, son inevitablemente reconocibles en una forma similar en el área provinciana de cualquier rincón de España.
El libro se cierra espectacularmente con una psicogeografía de lo rural imposible que Debord hubiera criticado hasta sangrar. Pero claro, asumamos que Debord no tuvo que trabajar con la incertidumbre con la que Paco Inclán nos premia a modo de esteta literario, ni mucho menos con la literalidad del mundo extraño sobre la realidad.
Una filosofía magníficamente oculta tras un mapa de la descomposición humana, vista a través de lo reconocible en lo ajeno, en el más allá de lo meramente acontecido. Un magnífico libro que invita a escrutar el detalle de cada acontecimiento de la persona que lo vivencia. Bravo por la incertidumbre que genera.
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