En este libro de Ediciones del subsuelo, André Gide -escritor francés y Premio Nobel de Literatura en 1947– nos presenta, a través de una serie de artículos y conferencias que hizo en vida, su retrato de Dostoievski, el gran escritor ruso que llevaría a cabo grandes obras como Crimen y Castigo o Los Hermanos Karamazov.
Según lo que nos cuenta Gide, Dostoievski no escribirá por placer. Para él la correspondencia, de hecho, es aburrida y no le inspira nada. El autor suele escribir acerca de todo pero a la misma vez tiene la impresión de que no cuenta nada, lo cual es curioso porque cuando le leemos da la impresión de saber muchísimas cosas, de mostrarnos aspectos ocultos de la vida que no hemos podido llegar a ver. La escritura epistolar es desde luego reveladora acerca del carácter de Dostoievski; pareciera que leemos a alguien cercano y humilde acerca de lo que le rodea e incumbe. Dostoievski es así, al menos es como así nos lo muestra Gide.
Dostoievski tenía la convicción de que con más tiempo y libertad siempre habría podido escribir más; cabe decir que una parte de su obra la escribió estando preso en Siberia. De hecho, lo encarcelaron porque consideraban su profesión, la de escritor, como algo antigubernamental. Hay cierto cariz autobiográfico, en el fondo siempre lo hay, en las cartas que escribe a sus seres queridos. Habla de sus libros y de su manera de trabajar. El autor escribe sobre Rusia y sus compatriotas, cosa que se puede ver a lo largo de su trayectoria literaria. Y eso que, paradójicamente, era una persona apátrida y universal.
Gide escribe sobre Dostoievski como si lo hiciera sobre un amigo: atenta, inteligente y honestamente. Para Gide, el autor ruso está lleno de contradicciones, de síes y noes, de nuncas y siempres. Le gusta comparar a Dostoievski con Rembrandt o Beethoven, pues lo considera como a uno de los autores más prolíficos y con una agudeza de pensamiento extremadamente extraordinaria. Para André Gide, los personajes sobre los que el autor escribe son irresolutos y casi irresponsables. Además, sus libros, resuenan íntimamente en su interior y los siente cercanos ya que reflejan la vida como tal. Son libros que laten, que tienen alma, mente y corazón propio. Reflejan humanidad. Debido a esto, no es de extrañar que no sólo a Gide, Dostoievski fuera un psicólogo, sociólogo y moralista de la palabra.
André Gide no se molesta en hacer una biografía detallada de Dostoievski, simplemente nos muestra anotaciones, ideas y pensamientos sobre su vida y su obra. Gide no se anda con rodeos, es directo y a través de él aprendemos lo justo y necesario sobre el protagonista. Nos hace querer leerlo, saber de primera mano sobre lo que escribe. Dostoievski era una persona espiritual, con una gran fuerza interior y unas ganas inmensas por expresarse. Los diversos fragmentos de las obras de Dostoievski que se nos muestran aquí nos sitúan sobre la calidad con la que el autor escribe. No hace falta que hayamos leído algún libro del autor, Gide nos lo introduce de manera amena y plena, nos hace querer saber más sobre los personajes de las diferentes novelas que nos muestra.
Se nos muestra también a un autor político que no supo acertar con la sociedad que le acontecía. Los escritos sobre esto se pueden ver en el libro de artículos Diario de un escritor, donde expresó sus ideas sociales y políticas. El autor del que hablamos produciría la mayor parte de su obra de noche y, según Gide, lo que más importa en un libro de Dostoievski, al igual que en una pintura de Rembrandt, es la sombra. Con ello Gide nos muestra los diferentes fragmentos que reflejan esto. La psicología de las novelas del autor es pura y es la esencia misma sobre la que trascurren todas las historias. André Gide se identifica con el escritor ruso, lo considera un igual pero también un genio de la palabra.
Estamos, sin duda, ante un libro necesario e introductorio sobre las obras e ideas de Dostoievski, indicado tanto para los que no lo han leído aún como para aquellos que ya se han adentrado en sus páginas.
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