número tres | las penúltimas cosas | imágenes: vanessa agudo
Tras una representación en el Teatro York de Londres, la pionera de la danza moderna Ruth St. Denis dijo que “era difícil hallar palabras que rindan tributo al genio indescriptible de Isadora (Duncan). Sólo puedo decir brevemente que ella evocaba ante ese público visiones del amanecer del mundo”. Esta anécdota, así como la inagotable escenificación e inventiva que ha recorrido la vanguardia del mundo de la danza, debería ponernos sobre aviso de la importancia de los sentimientos más íntimos, menos verbalizables, como herramienta comunicativa de la profunda descarga emocional que libera el baile. Una descarga que nos exige conducir nuestros pensamientos a través del cuerpo, de los gestos, del movimiento, del impulso, de la expresión física de nuestra manera de ver las cosas.
A través de sus palabras, Paula Pérez ha querido dejar constancia de la conmoción que sufrió durante el visionado de Pina, el último filme de Wim Wenders. Así, la figura de la coreógrafa alemana, sus movimientos, sus reflexiones y enseñanzas, su cuerpo y el de sus bailarines coagulan en Antes de Pina, estar en Pina, no poder olvidar a Pina, un texto en el que Paula desnuda sus emociones, reflejando el impacto de unas imágenes, de un trabajo asociativo como en ocasiones es la danza, la belleza frágil y la dureza de ese universo que, con el paso del tiempo, ha sabido crear un lenguaje corporal para ilustrar aquellos estados de ánimo que, a pesar de padecerlos, no sabemos cómo describir en palabras. El resultado es un viaje a las entrañas de la emoción, inolvidable en su apasionado recorrido por una película, una figura, unos cuerpos, unos movimientos y unos sentimientos que no podemos perder, porque forman parte de nuestra vida.