número tres | bande à part | ilustraciones: paula pérez
En los últimos años, la traducción cinematográfica de la tragedia ha desencadenado una reflexión en torno a la dimensión pública y el impacto de las imágenes de un género sustentado en una mirada fértil sobre la desgracia humana. Fruto de la crisis o del relieve excesivo que el modelo shakesperiano ha ejercido en nuestra tradición dramática, la tragedia parece obligar a llevar hasta el extremo nuestras expectativas, representando un sufrimiento de resonancia cosmológica inabarcable a una mera lectura ética de las acciones de sus protagonistas. Así, las cargas existenciales individuales se dispersan en un devenir colectivo que ahoga el drama personal bajo una expresión poliédrica y disonante.
En Vivir su vida y Doble suicidio: la tragedia y su representación existencial, Álvaro Peña nos propone un viaje a través de esas otras manifestaciones de la tragedia, representadas en los filmes de Jean-Luc Godard y Masahiro Shinoda, que nos remiten a un imaginario social diferente en el que hallar dos modelos complementarios de lectura existencial de la tragedia, alejada paulatinamente de los preceptos shakesperianos.