número dos | pa(i)sajes: las ciudades visibles | imágenes: vanessa agudo
El cine, a través de sus creadores, ha ofrecido múltiples visiones de las ciudades. A cada versión, le hemos correspondido con un recuerdo personal. Y, de hecho, cada cierto tiempo, cuando hacemos memoria de una película determinada, somos conscientes de hasta qué punto hemos prolongado la ficción en la realidad, acomodando sus imágenes a nuestros más vívidos recuerdos. De ahí que, como imaginarios turistas, hayamos hecho de la ficción nuestra guía de viajes alrededor de mundos, espacios o ciudades que, si bien tal vez nunca conozcamos, sí forman parte de nuestro archivo sentimental.
En Detroit nos pertenece, Óscar Brox realiza un análisis de la entidad de esa ciudad imaginada, construida desde los estímulos, a la que seguimos la pista a través de diferentes ficciones, y de la cual tenemos una imagen mental perfectamente definida. Esa ciudad, que existe para cada uno de nosotros, en la que proyectamos anhelos y frustraciones, evaluamos el estado de salud de nuestras metas y de nuestra generación y nos preguntamos, una vez más, por la relación que se establece entre la ficción, sea del género que sea, y la realidad. Porque desde la ficción podemos construir mundos y, tal vez, plantar la semilla de un proyecto a desarrollar en la realidad.