número dos | nuestro tiempo | selección de imágenes: vanessa agudo
Desde el inicio de Détour estamos manteniendo un diálogo (a veces, también, un monólogo) sobre lo que nos impulsó a construir una revista, a ocupar un espacio, a modular nuestra voz a través de una colección de textos. El resultado de esas cuestiones ha ido oscilando desde la melancolía hasta la intensidad que todavía es capaz de reflejar la cinefilia. Sin embargo, nos faltaba un informe, un relato que glosase punto por punto los conflictos, propios y heredados, que funcionan como motor de una publicación y, en cierta manera, como corazón de cada escritor. Todos conocemos las preguntas que, con el paso del tiempo, se nos hacen más difíciles de responder. O, dicho de otra manera, que nos obligan a realizar un autoanálisis y pasar a limpio lo que resulta del ejercicio de la escritura.
Si no fuera porque hablar de lo programático ha acabado siendo, en buena medida, asumido por toda línea política, fiable o dudosa, podríamos decir con tranquilidad que esta cinefilia escrita sobre la que reflexiona Mónica Jordan es la que ha insuflado razón y sentido a un proyecto como Détour. Y es que, entre las muchas dudas que pueblan el oficio -esa preciosa palabra que ha terminado instrumentalizada por otros motivos- de escribir, entre los muchos peajes, sueños, objetivos y también reivindicaciones que rendimos en cada nuevo texto; tenemos muy claro que esta cinefilia escrita es el informe que todos querríamos leer sobre nuestra generación, sobre nosotros, sobre nuestros porqués y para qué. El relato de las constantes vitales de la cinefilia 2.0.