Desde su inicio, nos planteamos indagar en torno a aquellos escritores que eran, al mismo tiempo, cineastas. De qué manera, pensamos, la voz escrita entra en contacto con la voz filmada; de qué forma las formas narrativas de vanguardia se integran en la narrativa del cine. Desde su inicio, siempre supimos que la obra de Marguerite Duras representaba, tal vez como ninguna, esa íntima relación entre ambas escrituras. Así, empezamos este dossier abordando, a través sus múltiples aristas, las voces y las obras de Marguerite Duras.
En Madame Duras y el círculo vicioso, Laia López Manrique conduce esa polifonía de voces a partir de un texto, de una voz, la de Duras, derramada sobre su obra, sus temas y sus personajes. La literatura como rito de paso, la vivencia desbordada de los límites unida a un lenguaje preciso y reiterativo; el cine como postración de la frontera del texto sobre la imagen y la imagen sobre el texto; la preeminencia de lo vivo frente a la huella de la escritura y de la propia narración fílmica; lo vivo, lo manifiesto, que la cámara no puede recoger; la figura de Anne-Marie Stretter y su fuerza centrípeta, su amabilidad; el rostro-máscara que viste esa enfermedad interior llamada la lepra del corazón. Un recorrido, en fin, entre el cine y la literatura, el análisis y la escritura íntima, que imbrica con tanta sensibilidad como firmeza la obra de Duras con el eco de su voz.
Número cuatro
Pa(i)sajes: Escritores cineastas, cineastas escritores
Ilustraciones: Francisca Pageo