El fantástico, como género cinematográfico, ha adoptado en los últimos tiempos una naturaleza inestable, cambiante, azotada continuamente por nuevas olas. Fruto de esas sucesivas mutaciones, las formas de entender la fantasía, el horror, el miedo cerval o la sensación de inseguridad han oscilado entre lo sutil y lo brutal, las herencias estéticas y las miradas regeneradoras. Como cada año, el Festival de Sitges supone un indicador fiable tanto del estado de salud del fantástico como de las nuevas tendencias que remodelan sus entrañas. En él convergen terrores historicistas, empeñados en revisar e importar formas añejas, la ansiedad de los nuevos formatos y sus recursos narrativos, y el trabajo que cada ola lleva a cabo sobre los lugares comunes del género. En resumen, Sitges es, año tras año, el escaparate donde el cine fantástico, el terror y sus nuevas sensibilidades -arropadas bajo esa etiqueta de Noves Visions- exhiben sus atrocidades mientras nos permiten elaborar una reflexión, entre el placer cinéfilo y el análisis, sobre su presente.
Durante La semana del fin del mundo, en honor al motivo central de esta edición de Sitges, Óscar Brox recogió a través de una serie de películas el estado actual del fantástico: sus búsquedas, hallazgos, herencias, retos y elementos comunes. Así, en estos siete movimientos a propósito del Festival, os ofrecemos la crónica de sus tendencias, el análisis de sus momentos, pero también el recorrido emocional de unos días en los que, ante todo, habitamos otro mundo. El del fantástico.
Número cuatro
Nuestro tiempo
Ilustraciones: Juan Jiménez García