La imagen es conocida: dos bustos que podrían pertenecer a un cuadro del pintor Giuseppe Arcinboldo se encuentran en el mismo camino y, en pleno rapto de canibalismo, uno de ellos devora al otro. A través de los detalles, vemos cómo cada utensilio de prensa, ralladura o molde liquida los frutos y verduras que formaban parte del primer busto componiendo, tras el intercambio, uno nuevo. Es la primera escena de Dimensiones del diálogo, cortometraje de 1982 realizado por Jan Svankmajer. Fiel a su estilo, ambiciones y temática, este artista checo ha sabido pasar del corto al largometraje con total soltura, conservando en el salto su potencia estética y su lectura política, su carga surrealista y su mirada desacomplejada, su panoplia de recursos visuales -es, quizá, un animador en el sentido más versátil de la palabra- y su trato tan material con el cine. Un artista que ha elegido la animación y el cine para plasmar sus obsesiones sociales, políticas y sexuales, aplicando la praxis metodológica surrealista hasta sus últimas consecuencias.
En Jan Svankmajer: el último de los surrealistas, David Flórez elabora un exhaustivo recorrido por el corpus creativo del artista checo, en el que tanto sus interpretaciones ideológicas como sus logros estéticos alcanzados ocupan un lugar de peso. Un creador para el que el arte busca ir un paso más allá, huyendo de la comodidad y el conformismo, poniendo en tela de juicio nuestra fe y nuestras convicciones, dando forma a una contrarrevolución estética.
Número cuatro
Pa(i)sajes: D’Est
Ilustraciones: Sandra Martínez