«Dice Alain Bergala que las películas más interesantes son aquellas en las que el cineasta se adentra por caminos (carreteras) que no sabe adónde le van a llevar. De esta manera, según el crítico francés, el trabajo del cineasta se convierte en una suerte de investigación en torno a algo que desconoce y no en una mera confirmación de algo que ya sabía. Casi me atrevería a decir que en el primer largometraje del Colectivo Los Hijos la máxima de Bergala no sólo orienta el quehacer de los cineastas sino que va a ser llevada hasta sus últimas consecuencias. Lo que parecía iba a ser una investigación documental (¿antropológica? ¿arquitectónica?) a propósito del paisaje y las gentes de la comarca de Riaño acabará convirtiéndose en algo muy distinto: en la prueba concluyente (material) de que un filme también puede realizarse a partir de los descartes. Como ha señalado Jaime Pena, en esa voluntad de construir una película a partir de aquello que habitualmente suele ir directamente al cubo de la basura (pruebas de cámara, imágenes desenfocadas, desencuadres, brutos…) subyace la misma “vocación de los espigadores de aquella película de Agnès Varda que revolvían entre los restos y desechos de sociedad, una vocación altamente ecológica que nos obliga a replantearnos nuestra visión tradicional de la obra bien hecha”.
Fragmento del texto de Asier Aranzubia, para la colección de Cameo presentada por Cahiers du Cinéma. España.
En Détour podréis encontrar la conversación que mantuvimos con Los Hijos…
Conversación con Los Hijos, por Óscar Brox y Ferdinand Jacquemort