Sueños de un insomne, de Vladimir Nabokov (Wunderkammer). Traducción de Valerie Miles y Aurelio Major | por Francisca Pageo

Vladimir Nabokov | Sueños de un insomne

El mundo de los sueños es un mundo lleno de vidas dentro de otras vidas, de murmullos, colores y hechos en otro espacio y en otro tiempo, de experiencias que algunas personas logran recordar y en el que a otras se les escapa de la memoria. Nabokov sabía muy bien, inconscientemente, que el mundo de los sueños le abría puertas y ventanas en su obra literaria y, es por ello, que a raíz del nexo entre dos proyectos: una conferencia y su diario personal, se abarcaría en otro: un diario de sueños que surge del famoso experimento onírico de John Dunne. Este proyecto es Un experimento con el tiempo que intentaría probar la teoría en la que el tiempo es un Uno: el pasado, el presente y el futuro son indisolubles y no lineales. Es como si el tiempo fuera un libro y en vez de leerlo linealmente, los hechos del futuro también influirían en el pasado y no al revés. Editado por Gennady Barbtarlo, este libro conecta la ficción y las reflexiones personales de Nabokov.

Nabokov escribe en su diario sus sueños a raíz del experimento de Dunne, llevando así también el suyo propio. En estos sueños, los habrá tanto “reales” como inventados y nombraré a sus sueños Imágenes móviles de la eternidad,. Nabokov se dará cuenta de que estos influirían de un modo u otro en su futura obra narrativa. En la mezcla del sueño y la realidad, nos hallamos ante la percepción de una serie de diferentes dimensiones que nos permitirán influir de una manera u otra en nuestro pasado o nuestro futuro. Los sueños ya no son tanto premonitorios, sino que ellos mismos también saben a qué se referirán en otra cierta etapa de nuestro futuro. Con este experimento de Dunne de transfondo místico y transcendental, aunque él lo trasladase al campo científico, Nabokov se adentrará en el mundo onírico para desvirtuar su percepción. Si algo tenemos claro es que en los sueños somo capaces de sentir el tiempo: pueden pasar horas, meses, años; y todo ello lo sentimos en nuestro cuerpo. Habría que ser capaces, quizás en un futuro algo lejano, de saber porqué y para qué y cómo qué son los sueños en verdad. No son sólo imágenes móviles, también nos aportan conocimiento, nos aportan un conocernos a nosotros mismos y a lo que nos rodea. Los sueños de Nabokov reflejan algunas de sus obsesiones, como lo son las mariposas o los trenes. Son sueños ricos en detalles y muy fragmentarios. Influiría bastante el hecho de que Nabokov padeciera de insomnio, lo que le haría recordar con más viveza sus vivencias oníricas.

Es inevitable no pensar en el término sincronicidad de Carl Jung al leer este libro: esa unión de sueños y hechos no es más que eso, un acto sincronístico. Y, además, una epifanía de que lo que nos ocurre casi siempre nos viene dado de antemano, aunque sea una advertencia del futuro. De todas maneras, durante el experimento, Nabokov se va cansando de él a medida que lo va haciendo y lo va dejando de lado. Se enfocaría más en la capacidad de trasladar sus sueños a la ficción. Los clasificó en profesionales, fatídicos, recurrentes… y los pasaría en fragmentos a sus libros, como lo pueden ser Ada o el ardor, sus Cuentos completos, La defensa, Risa en la oscuridad… Su obra está llena de referencias y pasajes de ellos. ¿Se convierten los sueños de Nabokov en meras tramas y personajes? Se convierten, casi se diría que las dos son una misma cosa. Estamos de este modo ante un libro clave para entender la mente y obra de Nabokov. Entender cómo funciona, cómo logró escribir lo que escribió, cómo es su mundo interior que tan lleno de paradojas e inquietud llevaría consigo.


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