Assunta Adelaide Luigia Modotti Mondini, o, lo que viene a ser lo mismo, Tina Modotti, fue una de las fotógrafas más relevantes del S.XX, y es gracias a Margaret Hooks, ensayista y traductora que ha dedicado gran parte de su vida a la investigación de la obra de artistas, que tenemos una biografía que servirá y sirve de guía a todos aquellos interesados en la vida de la artista italiana. Un libro muy completo, ameno y bello, así como lo era Modotti, en una edición que tal vez se convierta en todo un referente dentro del ámbito fotográfico y de la Historia del arte.
Fragmentado en cuatro partes, el libro abarca cuatro épocas diferentes que aportarán a Tina Modotti una vida llena de creación y lucha por un mundo mejor. En él se detallan las relaciones personales de la autora, reflejando en ellas todos los aspectos sociales y profesionales de Modotti. También se nos presentarán fotografías sobre la vida de Modotti y su obra, complementando así el estupendo trabajo que ha hecho Margaret Hooks al compilar todos los reflejos e instancias que dejó.
Modotti, además de fotógrafa, sería modelo y actriz, y saldría en numerosas películas hollywoodienses. Aunque no gozaría de gran fama, tuvo un pequeño renombre en diferentes producciones. Una vez entrada en el mundo del cine, también sería costurera para la producción de diversas películas. Además, y como anécdota, Modotti haría muñecas para adultos a las que llamó «monjas de la adoración perpetua» y su adoración por la literatura sería de gran valor, leyendo a autores a los que devoraba como Oscar Wilde, Edgar Allan Poe o Sigmund Freud, entre otros.
En su etapa mexicana, sin embargo, se embarcaría con su amante y tutor Edward Weston, quien le acercaría y adentraría en la fotografía y sería entonces cuando Modotti comprendería su más profunda vocación. Para ella la fotografía era su «preciosa profesión». En esta época proliferaría su gran maestría en el mundo fotográfico y, gracias al tutelaje de Weston, se volcaría de lleno en ella. Su vida adoptó la forma de su arte -como todo gran artista- y se codearía con los artistas mexicanos, tanto nacidos allá como residentes, de la época. También sería en esta etapa en la que empezaría a juntarse con personas cercanas al comunismo y ayudaría de manera activa a los refugiados que habían huido de la persecución en Italia. En un ámbito más creativo, su relación con los muralistas mexicanos fue tanto personal (tendría una aventura con Diego Rivera) como profesional, siendo así misma retratada -fue una de las modelos más bellas- como autora de las fotografías de los murales, a lo cual se dedicó en gran parte.
Tina Modotti fue imparable y fotografiaba todo aquello que la inspiraba. Daba igual la hora y el momento, Modotti siempre estaba dispuesta a fotografiar aquello que se fijaba en su mirada. Sería una gran retratista de la calle mejicana y de todos aquellos pequeños detalles, como diversas plantas, que le parecían estéticos y enormemente bellos, creando unas fotografías llenas de sutileza y elegancia.
La fotógrafa sería deportada a EEUU tras la expulsión de los comunistas de México, y perseguida por el gobierno italiano desde entonces. Vivió penurias en Berlín, donde trabajó como fotógrafa clandestina, y luego viviría en Moscú, donde trabajaría para el Socorro Rojo, ayudando primero en tareas de lectora y traductora, y más tarde como activista dentro de la propia organización, llevándola incluso a venir a trabajar a España, en ayuda a los desfavorecidos.
La última época de su vida la pasaría débil de salud. Todos los que la acompañaron en esta etapa la recordarían cansada, delgada y pálida, y Modotti moriría en un taxi de camino al hospital. Sin embargo, su vida no sería en vano pese a estos últimos momentos. Modotti legaría un trabajo y una vida llena de amor y arte, como dice Ezra Pound: aquello que amamos es nuestra herencia. Y su herencia no sólo es enorme, sino que se vuelve viva, única y plena. Lo que hace de este libro, probablemente, el mejor sobre su vida y obra.
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