El mar color de vino, de Leonardo Sciascia (Tusquets) Traducción de Juan Manuel Salmerón Arcona | por Francisca Pageo

Leonardo Sciascia | El mar color de vino

Querido Leonardo,  

es la primera vez que te leo y he de decirte que me has encantado. Que me gusta cómo entrelazas la vida con el deseo, la belleza con la vulgaridad, el saber estar con la elegancia de quien asume la desnudez como algo que nos es propio. Estos cuentos tuyos, escogidos, desde 1959 a 1972 son tremendamente puros y dignos de admiración. Menos uno, Juicio por violación, que no he podido leer porque me ha hecho sentirme muy mal (acabo de comer, entiéndeme que no me apetezca leer algo que retuerce la moral y la desgarra). Me gusta cómo usas la tradición de tu país para hacernos ver un mundo propio y absolutamente lírico. Hallo mucha poesía en ellos, sobre todo en ese El mar color de vino, ay, ¡cuánto me he podido reír! Nené es todo lo que una quiere encontrar en un libro, aunque a ratos quisquilloso, me ha hecho emocionarme y sentirme llena de amor hacia la vida.  

Me gusta leer tus cuentos sin ser yo mucho de cuentos. Es curioso. Son como pequeñas gemas que una va encontrando a cada paso que da. Me hallo aquí feliz leyéndote, susurrándote para mis adentros, enfocando mi vocecita hacia mi alma. Este diálogo que hago contigo profundiza en el deseo de ser humano, de querer ser humano y no otra cosa, cosa rara en mí. Es decir, aquí en estos cuentos he saboreado el último soplo de vida que nos hace vulnerables y sensibles, que nos hace proclives a pensar y pensar, y sobre todo, a sentir con gran desmesura que la vida está no sólo para vivirla, sino también para contarla. Contar la vida es vivirla dos veces y creo que eso tú lo sabes muy bien. Me gusta tenerte cerca estos días, se comportan tus libros como un amigo fiel y confidente a esa rabia que puedo tener contenida pero que leyéndote saco al emocionarme, al encontrar un poco de catarsis, de sentimiento expandido. 

Te leo y me encuentro. Tus cuentos me parecen tan poderosamente humanos y humanizadores, se nota que tenías mucha pasión por Italia, tu país, pues nos muestras la tradición como nadie. Es relevante cómo tus personajes luchan y no se dan por vencidos, pero a la vez se resignan hacia la vida, hacia una vida que se interconecta con la nuestra cuando la pensamos. La vida y la literatura no están separadas, al contrario. Tu literatura es pura vida, pura filosofía y filología. En estos cuentos hallo todo un sinfín de emociones compartidas, que no sé si has sacado de tu vida, pero que encuentro muy acordes a tu persona. Ya no puedo leer estos cuentos en otro lugar sin recordarte a ti, tu estilo está puramente vocalizado y definido. Encontraste tu voz y yo lo celebro, y estoy segura que cualquiera que te lea también lo celebrará. Todo aquí es puro canto, puro gozo, pura alegría por percibir y sentir. Percibo cosas y fuerzas muy contrarias sin embargo en tus cuentos, pero eso los hace mucho más humanos si cabe. 

Ah, querido, voy a seguir leyéndote porque quiero saber más, conocerte mejor, saber más de tu imaginación tan pura como la de un niño. Quiero creer que no terminaste de crecer, que en esos cuentos realizaste toda una labor e imaginería de la vida. Porque ya te lo he dicho, vida y literatura aquí son lo mismo y el materialismo con el que muestras la poesía no es sólo un hecho cotidiano, va más allá de toda logia y toda filo. Las palabras mutan a sentimientos y nosotros no somos más que sus contenedores, esperando transmutarlos, esperando expulsarlos. Te leo para escribir después, como hacemos cuando el vuelo de un pájaro nos atraviesa la mirada. Te seguiré buscando, intentando encontrarte por ahí, por esos terrenos de habilidad inmensa hacia la palabra escrita. 

Un saludo muy afectuoso de tu nueva lectora, 

Francisca 


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.