Sobre Shunkin, de Junichirō Tanizaki (Satori) Traducción de Aiga Sakamoto | por Juan Jiménez García
Para alguien tan cuidadoso con sus propias ediciones como Junichirō Tanizaki (hasta el punto de que cuidaba hasta los aspectos formales), podemos decir que ha llegado su tiempo en nuestro país. Por lo pronto, una editorial tan cuidadosa como él, Satori, publica este Sobre Shunkin y una nueva edición, traducida por primera vez del japonés, de su obra más conocida, El elogio de la sombra. Y aún hay más. Oportunidad por tanto magnífica para acercarnos a uno de los escritores más especiales de la literatura japonesa, con un universo tan propio en su contenido (siempre perturbador) como elaborado en su escritura. Una escritura que bebía de ese mismo hedonismo que practicó y de su gusto por el esteticismo.
Sobre Shunkin es la historia de la compleja relación entre Shunkin y su criado Sasuke. Shunkin es una cría cuando se queda ciega. Bella, perteneciente a una acomodada familia de farmacéuticos, todo su vida queda interrumpida por ese instante, en esos ocho años. Debe abandonar el baile, su pasión, para entregarse a la música, al koto y al shamisen. Con un carácter de niña mimada, ponen a su cargo a Sasuke, que tan solo tiene dos años más que ella, y que la acompañará, asistirá en todo y hará por ella cualquier cosa, hasta el final de sus días. Convertida en alumna de uno de los más prestigiosos músicos, el maestro Shunsho, acabará por convertirse en maestra ella misma, mientras que Sasuke aprenderá a su vez y por su cuenta, mientras la espera, a tocar aquellos instrumentos, alcanzando él mismo, a lo largo de su vida, el más alto grado que se puede alcanzar en la práctica de estos instrumentos. Esa sería su historia contada de un modo medianamente feliz. Pero la felicidad nunca es completa y, en este caso, es solo una forma más de apariencia.
Aunque Shunkin y Sasuke mantienen una relación amorosa, en la que Tanizaki no quiere entrar, dejándola siempre como algo que está ahí, impreciso pero cierto, ella nunca querrá casarse. Ni con él ni con nadie. Ni tan siquiera cuando ocurre el primer acontecimiento que rompe la monotonía aparente de su relación. La relación de ambos, la sumisión de Sasuke a los caprichos, al humor de ella, establecen una evidente relación masoquista, aunque todo esto sea un misterio en sí mismo. La fuerza del relato es la ambigüedad en la que se mueven constantemente, esa falta de certezas, de asideros para el lector, que continuamente se enfrenta a nuevas revelaciones que arrojan retroactivamente no luz, sino más sombras a su historia. Como aquellos cuencos lacados de los que alguna vez escribió, el color se consigue por una acumulación de oscuridad.
La relación de Shunkin con sus alumnos, las tensiones, la propia decadencia de su situación, precipitarán los acontecimientos hacia su sobrecogedor final, ese gesto necesario de entrega absoluta, de encuentro definitivo. El misterio de la escritura de Tanizaki se encuentra con esa fragilidad que se esconde tras una insoportable dureza. En unas vidas que laten tras un puñado de lugares comunes y convencionalismos de época. En una libertad, en unas elecciones, que podríamos pensar que son un primer paso hacia una modernidad de un mundo ahogado en sus ritos. Al año siguiente de Sobre Shunkin, Tanizaki escribirá ese nostálgico canto al Japón tradicional que es El elogio de la sombra. Pero eso es otra historia. O no.
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