Cinco cuentos filosóficos, de Honoré de Balzac (Renacimiento – Espuela de Plata) Traducción de Guido Parpagnoli | por Francisca Pageo
No cabe duda de que el realismo para Honoré de Balzac sería toda una fuente de inspiración en sus escritos, sean estos La comedia humana u obras más diversas como las que Espuela de plata / Editorial Renacimiento reúnen en la presente edición; cinco de los cuentos más filosóficos del autor. Cuentos que ahondan en la realidad francesa de aquella época en la que Balzac viviría y de la que tomaría tantos datos, hechos e invectivas.
En esta peculiar selección destaca, por encima del resto, La obra maestra desconocida. Quizá por su grandeza, por ser una de sus obras cumbre o por ser, para servidora, una obra maestra -valga su redundancia. Así, empezamos esta edición de manera alta, mirando arriba y abajo, hacia los fondos del arte, de la vida y la filosofía. Hay como una luz, una especie de sol que ilumina todo lo que se expone en este relato. Y, además, siendo un relato en el que el arte es el tema principal, nos damos cuenta de la importancia de esta luz. Esa luz que ilumina las obras de arte; el efecto áurico que hace que la obra sea ese mismo sol.
Leo este cuento y me pregunto, ¿sólo expresamos una parte del alma cuando creamos? Pareciera que es así y nunca nos expresamos al 100%. Ahí, en parte, reside uno de los encantos del arte, de este cuento y de muchas otras obras de Balzac. Nunca sabemos a ciencia cierta si el creador está dando de sí todo lo que su alma pretende mostrar. Se vuelve un acto imposible, un acto que sólo la mente del otro puede completar en la interpretación de una obra de arte. Pero no ahondaré más en esto, o esta reseña se hará interminable.
En otro de sus relatos, como El elixir de la vida, se halla el triunfo del hedonismo a pesar de la muerte cercana que tendrá el protagonista. Él buscará y conseguirá el placer por encima de todas las cosas. Hallará la manera de hacer de su vida algo palpable, algo que sólo los sentidos pueden hacer de la vida algo por lo que querer vivir. Ahí reside en parte el encanto de las obras de Balzac. Son obras que tienden a hacer más habitable la vida y lo humano. Son obras que nos hacen pensar en la vida y sondear lo posible. Mientras tanto, en La misa del ateo, el título mismo resume la historia. La historia de un ateo que acude a la iglesia pues ya se halla en la última época de su vida. Las dos historias tienen cerca la muerte, tienen cerca lo que ya no podrá ser, lo que no se podrá concebir, y Balzac les da valor a esos últimos momentos. Les da un hálito hasta ese último momento que, aunque parezca cercano, no lograremos hallar porque en el trascurrir de la vida se hallará todo lo escrito.
En los dos últimos cuentos, sin embargo, como lo son Facino Cane y La interdicción, cambiaremos de tercio y el autor se volverá más crítico. Crítico hacia la sociedad y crítico hacia el individuo. En el primero hallaremos una búsqueda hacia lo único, hacia lo que una persona es y puede dar de sí. En el segundo, Balzac buscará la justicia por encima de todas las cosas.
Estamos, así, ante cinco cuentos que tienen la filosofía como tema, pero no como un tema mental y que sólo nuestra parte no física retendrá. Esta filosofía, en cambio, se hallará en los hechos; en las acciones y en la vida de estos personajes. La filosofía no debiera ser sólo una forma de energía mental, sino que aquí la tomamos física, casi la podemos palpar y percibir como si de otro cuerpo se tratara. Así que leamos estos cuentos, hagamos de este cuerpo, este libro, algo en lo que pensar, que habitar, con lo que sorprendernos y deleitarnos. Hallaremos aquello que de algún modo agradeceremos.
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