Mis padres, de Hervé Guibert (Cabaret Voltaire) Traducción de Delfín Gomez Marcos | por Francisca Pageo
Podemos conocer a Hervé Guibert de muchas maneras. Por sus críticas, por su fotografía, por su literatura. Si bien aquí estamos ante esta última, no viene a mal traer a colación que su personas y la expresión de esta, para Guibert, siempre estaría unida. Veamos sus fotografías y comprenderemos su sensibilidad. Leamos sus libros y comprenderemos la libertad. Ellas se dan la mano y así, de este modo, Guibert nos muestra su más íntimo y más luminoso, aunque no pueda parecerlo, ser.
Mis padres es la historia a modo de memoria de Hervé Guibert y su familia. En estas páginas nos encontramos ante sus recuerdos más íntimos, desde bien pequeño hasta el hecho clave que ocurriría en su adultez con la esclerodemia de su madre. Guibert tenía una estrecha relación con sus padres y en sus palabras podemos apreciar el cariño que entre ambos tenían y se profesaban; podemos apreciar la voluntad que entre ellos había por crecer y crecer de un modo u otro. Fue de hecho cuando su padre le llevaría al cine sobre los 12 años a ver «Historias extraordinarias» y desde ahí fue a Luis Buñuel, a Federico Fellini, a Roman Polanski. Ello le influenció y empezaría en una compañía de teatro a interpretar como aficionado, casi por casualidad. En «Mis padres» también se marcan los primeros encuentros sexuales con su propio sexo. Ya desde pequeñito Guibert se vería como homosexual y aunque a su padre esto no le hiciera mucha gracia, tanto él como su madre le apoyarían en esto.
Estamos ante un libro lleno de imágenes insinúan, imágenes de infancia y adolescencia que, como en una película de Claire Denis, nos sitúan en una época en la que todo parece estar hecho pero realmente todo está por hacerse. Guibert escribe con crueldad, pero es una crueldad tierna. Aunque podamos tener este libro como violento, es una violencia que acaricia y que se vuelve melancólica con cada página que pasamos. Cabe destacar que es un libro para entender lo que significa involucrarse en la cultura. Asistimos a todo lo que Guibert escucha, lee o qué películas ve de manera tan natural que casi podríamos decir que aunque «Mis padres» sean fragmentos de diario narrados, esto es un diario en sí mismo. Leer a Guibert es adentrarse en la vida de un niño, un adolescente y un hombre que tenía muy claro lo que quería, y eso no solo nos vuelve más conscientes de lo que tenemos, sino de lo que queremos ser y cómo podemos serlo.