Thoreau. La vida sublime, de Maximilien Le Roy, A. Dan (Impedimenta) | por Francisca Pageo

DLibrosespués de leer en los últimos meses diversos libros de Henry David Thoreau (convertido ya en uno de mis autores predilectos), era un buen momento para encontrarse con la reciente edición de Impedimenta de un cómic sobre su vida, creado por los ilustradores A. Dan y Maximilien Le Roy, una pequeña joya que apreciar y degustar. Desde un primer momento, su portada, con sus tonos azules, verdes y marrones, como los del cielo, los árboles y la tierra, me atrapa y me incita a dejarme llevar. Dentro del cómic, todos estos tonos se intensifican, entretejiéndose unos con otros, como si dependieran entre sí. En La vida sublime casi todo es bosque y color, la mejor manera de describir lo que significa Thoreau. De ilustración en ilustración, el cómic nos muestra cómo es la vida del escritor americano, cómo se aloja en esa pequeña cabaña que él mismo construye con sus manos y que está rodeada de árboles y de un enorme lago por el que pasea, ya sea solo o acompañado; vemos cómo va haciendo amigos, cómo aprende de la vida salvaje, su relación con los ciudadanos y el final de su vida, en la que, a pesar de contraer tuberculosis, no deja de disfrutar de la naturaleza.

Con un estilo visualmente cuentístico, se suceden los días, las semanas y las estaciones. Así, el cómic se convierte en una especie de diario que nos hace sentir y respirar la flora y fauna en la que Thoreau se vio envuelto. El verano, con sus tonos ocres y amarillos; el otoño, amarronado; el invierno, con la nieve blanca pura; y la primavera, toda verde y de lluvia copiosa. Da gusto meterse entre todos estos colores, pues una los puede sentir y notarse arropada por ellos; por troncos de árboles, por ríos y por frondosos bosques verdes.

La expresión de nuestro protagonista es vivaz, como si las viñetas fueran pequeñas porciones de vida cotidiana que vislumbran cómo podría ser la vida de Thoreau. En ellas podemos palpar sus emociones, sus sentimientos y, me atrevo a decir, sus pensamientos; en ellas vemos a un hombre que vive, piensa y, sobre todo, en las que observamos a un hombre que siente y disfruta de lo que ha elegido vivir hasta sus últimas consecuencias. Es la vida de un héroe, pues la meta del héroe no es contarnos su objetivo, sino su camino, su forma de vivir, de amar y actuar. Con Thoreau aprendemos a disfrutar de las pequeñas cosas que la vida silvestre nos ofrece: los tipos de pájaros, sentarse a dibujar plantas y clasificarlas, las largas caminatas hasta el lago y los paseos en barca… Pero no acaba ahí, pues también podemos apreciar sus ideas políticas y sus actos antigubernamentales, su estancia en la cárcel y cómo comparte con sus compatriotas su opinión e ideales.

Thoreau. La vida sublime es una biografía ilustrada poderosa. Desde un enfoque visual, argumentativo y narrativo, no nos deja indiferentes. En ella apreciamos cómo era la vida de este individuo tan dado a valorar lo que hemos dejado de lado por muchos años: lo natural, tanto en lo que se refiere a la naturaleza como a la misma naturalidad que el ser humano debería mostrar. “Vivir en plenitud, absorber todo el jugo de la existencia, vivir con resolución, como un espartano, para apartarme de todo lo que no es la vida…” Ese es Thoreau, y así es como se nos muestra.


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