La prima Phillis, de Elizabeth Gaskell (Alba) Traducido por Marta Salís | por Francisca Pageo

Elizabeth Gaskell | La prima Phillis

Se reedita en la colección Minus de la editorial Alba La prima Phillis de Elizabeth Gaskell y ante la curiosad que despierta en mí la escritura de esta mujer no le digo que no, ni siquiera me lo pienso, sino que me embarco en su lectura. La prima Phillis sería una de sus últimas novelas —asimismo fue una novela que se publicaría por entregas en la revista inglesa Cornhill Magazine, desde noviembre de 1863 hasta febrero de 1864.

Nos viene a pensar que la protagonista del libro es la prima Phillis, pero ella no es más que la excusa para que Paul Manning hable y hable, y nos presente a su prima y al resto de su peculiar familia. La fascinación de Paul por su prima Phillis será fundada y solícita, puesto que su prima es un ser muy inteligente; una chica de 17 años extremadamente culta que adora las lenguas muertas y olvidadas. Sin embargo, no hay que olvidar que estamos ante una novela de su época, aunque Phillis Holman brille por sus maneras, no se espera de ella otra cosa que el que se case y logre ser una buena ama de casa. Cómo no pensar en Virginia Woolf y en su señora Dalloway. Irremediablemente lo hago.

Estamos ante una novela muy amena y por ratos divertida, también bella y ligera, que nos seduce por sus sencillez. En ella las cosas suceden muy deprisa. En su final, de hecho, la prosa se vuelve poética y romántica. Creo en La prima Phillis como una novela con muchos libros dentro, aunque no pueda parecerlo. Los detalles se hacen a sí mismos, se ven a sí mismos, se admiran a sí mismos; diríamos que esto sucede casi casi en cualquier novela muy inglesa. Entre lo lánguido y lo triste, a Phillis Holman le devendrá la enfermedad, y podremos apreciar esa nostalgia que poco a poco se desvanece dando paso a una esperanza que hurga en las emociones y sentimientos de lo que podría ser o querría, en cierto modo, hacer.

Leo La prima Phillis y veo mover las manos de un conductor de orquesta, veo el escenario, a sus intérpretes, y escucho el ritmo y la música que estos personajes nos proporcionan. Podríamos asociarlos a la música de Frederic Delius y sus trabajos orquestales, que son capaces de ponernos en la órbita de los sentimientos de cada acto, cada personaje, cada pequeña trama que podemos apreciar a través de la escritura de Elizabeth Gaskell. Esta novela es eso, una orquesta sinfónica tocando y promulgando música liviana, leve y delicada.


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