Nunca he leído ni una sola viñeta de Wonder Woman.
La confesión resulta completamente gratuita. Pero la autora de este ensayo también comienza su contextualización apelando a la importancia que los cómics de la Mujer Maravilla tuvieron en su infancia. Y, más adelante, se nos revelará que Diana es una extraña en el mundo del hombre, capaz de equiparse con sus armas míticas para inspirarse e inspirar lo que es nuevo para ella, sin ocultar sus debilidades, todo lo que aún le queda por aprender.
En ese tiránico instante en que decidimos el tiempo que podemos dedicar a todas las opciones e intereses que existen en el mundo, tuve que renunciar a los tebeos. Cierto es que durante mi niñez no tuve ejemplos cercanos de lectores de cómics, y que las mujeres tenaces y con carácter de las historietas que sí leía siempre eran representadas como objetos cómicos: Ofelia, la Castafiore, Karabella. Mi padre guardaba unas colecciones de El Jabato y El Príncipe Valiente que nunca atraparon mi atención, tal vez por su carga de personajes masculinos que ocultan a algunas interesantes figuras femeninas. ¿Cómo de diferente habría sido mi infancia si entre los mitos griegos se hubiesen contado las habitantes de Isla Paraíso? Lo interesante y bonito del libro de Elisa McCausland es que no se limita a desbrozar y llorar el pasado, actitud común de cronistas (veremos qué trae el biopic del creador de Wonder Woman, William Moulton Marston), sino en propulsar el arquetipo y el mito de Diana de Themyscira hacia el futuro: cambiar nuestros puntos de vista y revelar posibilidades ciertas en un Peloponeso belicoso y machista.
Por eso, por ser un mito más futuro que pretérito, el nombre de Wonder Woman aparece casado a los apellidos de feminismo y superpoder, a lo práctico y lo fantástico. El volumen recoge un generoso aparato de reflexiones de autoras feministas, análisis formales y narrativos del cómic, y entrevistas recientes con especialistas e implicados en el universo creativo de Wonder Woman. Como herramienta educativa, no le falta de nada; pero como vehículo persuasivo resulta incluso más atrayente: la autora no esconde su pasión por las amazonas, pero ejerce la (auto)crítica y canaliza en paralelo la demanda del fan y la curiosidad del neófito.
«Un personaje heroico femenino que equilibre la aplastante presencia de personajes masculinos.» Una inquietud de 1940 que continúa vigente hoy en día, cuando la aplastante ola de hype y apoyo en taquilla a la primer producción cinematográfica sobre Wonder Woman podía inspirar temores legítimos, como esos memes de Batman y Superman amedrentados por el poderío de la amazona en plano y taquilla. Las espectadoras que reconocían llorar de felicidad al ver la película, ¿están absorbiendo un mito que las empodera, o simplemente sublimando en una coartada femenina el disfrute de relatos masculinos? En The Power, de la escritora inglesa Naomi Alderman, se plantea un futuro especulativo en el que las mujeres desarrollan un poder físico de naturaleza eléctrica que trastoca el patriarcado para siempre. El cambio se revela superfluo, y el nuevo matriarcado cumple la profecía fatalista de Simone de Beauvoir. Confundir la fuerza física y el poder, y hacer de éste un instrumento de castigo y abuso, sólo conduce a una distopía satírica, que le ha valido a Alderman el Women Prize for Fiction y el madrinazgo de Margaret Atwood —cuyo El cuento de la criada, con nueva teleserie feminista, ha sido objeto de parodia en un vídeo de Funny or Die que persiste en ridiculizar la causa… y el éxito de Wonder Woman.
Denunciar nuestros horrores tiene premio; ¿y celebrar nuestro poder transformador? Diana de Themyscira encarna todo lo que es imposible en The Power y en un mundo real capitaneado por líderes machistas e influencers pasivos. Lo que es luz, verdad y justicia, aun a costa de incendiarlo todo para revivir la sociedad. Algo que, por desgracia, hasta ahora sólo le ha servido para resucitarse a sí misma, con mayor o menor fortuna según el equipo creativo implicado. Lo hermoso del conjunto es que todas las caras de Wonder Woman son compatibles, incluso las menos favorables. Mutable como un humano y firme como un mito; por ejemplo, en las ilustraciones complementarias de Carla Berrocal y Natacha Bustos que acompañan al libro.
Tras la reciente y enésima excusa de Marvel que asocia la caída de ventas a la proliferación de personajes femeninos y diversos, la victoria que representa (aunque sea a nivel nacional) el ensayo de McCausland y el logro de la película de Patty Jenkins son dignos trofeos de la amazona de Themyscira, incluso a pesar de los flecos sueltos del feminismo interseccional —la representación de mujeres negras que podría corregir Black Panther (2018), en especial con la participación de Hannah Beachler—. Mientras en la actual esfera pública —con su inevitable origen y consecuencia en lo privado— se criminaliza la solidaridad y se perdona la estafa, es glorioso pensar en el posible advenimiento de la Edad de Wonder Woman, o (lo que es lo mismo) de un despertar colectivo que ponga en práctica los valores de Isla Paraíso. El libro de McCausland tiene el poder para convertir a muchos lectores y (por lo menos aquí se levanta una mano) amazonas.
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